Última actualización: 04 de octubre de 2024.

Corrido de Vallecillo, N.L.



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Raíces de la Familia González Saldaña — Ramírez Gallegos

Familia González Ramírez de Vallecillo, Nuevo León, México.
Última actualización de la descendencia: 04 de octubre de 2024.

Revisen su rama familiar y si hay errores, omisiones o adiciones, por favor, háganlas llegar a Chencho.Gonzalez@gmail.com.


Descendencia de la Familia González Ramírez de Vallecillo, Nuevo León, México.


Un breve relato de Vallecillo, N. L.

  

¿Cuál es nuestro origen?

Vallecillo se encuentra en México, en la parte norte del estado de Nuevo León, teniendo como coordenadas 26º 39' 34.822'' latitud norte (N) y 99º 59' 22.486'' longitud oeste (W) a una altura de 272 metros sobre el nivel del mar. Limita al norte con Lampazos de Naranjo y Anáhuac; al sur con Sabinas Hidalgo y Agualeguas; al este con Parás, y al oeste con Lampazos y Sabinas Hidalgo. Su extensión es de 1,859.90 kilómetros cuadrados. Vallecillo está a una distancia de 121.5 km desde el centro de Monterrey, N. L., por la Carretera Nacional 85 y el tiempo de la ruta de viaje es de aproximadamente 1 hora 30 minutos.

Ubicación geográfica de Vallecillo, N.L.

Ubicación geográfica de Vallecillo, N.L.      Ubicación geográfica de Vallecillo, N.L.

Para el inicio del periodo cuaternario (era Cenozoica), hace unos 2.6 millones de años –allá cuando apareció el Homo sapiens sobre la Tierra y hubo un gran predominio de los mamíferos, una gran expansión del ser humano, y la presencia de una flora y una fauna muy parecida a la actual– el territorio que conforma Nuevo León ya estaba formado tal como lo conocemos, excepto por su clima, que era frío a causa de las glaciaciones.

Desde entonces ya existían las tres provincias fisiográficas (también conocidas como regiones geomorfológicas) del estado que hoy conocemos como llanura Costera del Golfo Norte, la Sierra Madre Oriental y la Gran Llanura Norteamericana:

1. Provincia de la Llanura Costera del Golfo Norte
    1.1. Subprovincia de las Llanuras y Lomeríos, 15.1% de la superficia estatal.
2. Provincia de la Sierra Madre Oriental
    2.1. Subprovincia de las Sierras y llanuras Coahuilenses, 13.6%
    2.2. Subprovincia de los Pliegues Saltillo-Parras, 4.5%
    2.3. Subprovincia de las Sierras Transversales, 0.5%
    2.4. Subprovincia de la Gran Sierra Plegada, 16.2%
    2.5. Subprovincia de las Sierras y Llanuras Occidentales, 15.1%
3. Provincia de la Gran Llanura de Norteamérica
    3.1. Subprovincia de las Llanuras de Coahuila y Nuevo León, 35.1%

La subprovincia de las llanuras de Coahuila y Nuevo León que se ubica al norte, noreste y este del estado, es una de las llanuras más amplias y se extiende desde Anáhuac, Nuevo León, hasta nueva Rosita, Coahuila. Esta subprovincia se conforma de cerros, serranías, lomeríos y mesas que pueden alcanzar altitudes hasta de 2,600 metros sobre el nivel del mar. La orientación de estas formaciones es noroeste-sureste, entre las que se encuentran las Mesillas, Mesa de Catujanos, Sierra de Lampazos, Sierra de la Iguana, Lomas de
Vallecillo, Sierra del Carrizal, Cerro Boludo, Sierra Morena, Sierra de Santa Clara, Sierra de Milpillas, Sierra de Picachos y Sierra de Papagayos. Esta gran llanura comprende los municipios de Anáhuac, Lampazos, Sabinas Hidalgo, Vallecillo, Parás, Agualeguas, Cerralvo, General Treviño, Ocampo, Los Aldamas, Los Herreras, General Bravo, Doctor Coss, China, norte de Los Ramones y oriente de General Terán. Predominan en ella los suelos claros (por regla general, aunque con excepciones, los suelos oscuros son más fértiles que los claros). Los climas semiseco y muy seco están por casi todo el estado; sobresalen Anáhuac y Vallecillo, al norte, por su clima seco muy cálido. El tipo de vegetación existente en Vallecillo es matorral espinoso y mezquital.

Se destaca la escasa población en el noreste del estado, principalmente en los municipios de
Vallecillo, Parás, General Treviño, Los Aldamas, Doctor Coss y Melchor Ocampo, incluso en Higueras (al centro del estado). Desde 1880 la participación relativa de la población de Vallecillo respecto a la población total del estado de Nuevo León ha ido en descenso; y desde 1940 la tendencia de la población absoluta es decreciente.

Población histórica de Vallecillo, N.L.

  

Vallecillo en La Historia

DE LA COLONIA A LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

Por un espejismo que padeció Europa durante mucho tiempo, los metales preciosos fueron considerados como raíces fundamentales de la riqueza. Si no los hubiese poseído en abundancia, el descubrimiento del Nuevo Mundo no hubiera entusiasmado tanto a los pueblos del Viejo Continente. Tras los metales preciosos vinieron los españoles a México y en su obtención puso luego la Colonia sus mayores esperanzas, las cuales fueron colmadas por la extraordinaria riqueza de sus minas argentíferas. Se logró la opulencia, pero supeditada a la corrupción. Las consecuencias de ello han sido padecidas por el país durante largo tiempo.

Consumada la conquista, los españoles concentraron sus esfuerzos en la extracción del oro. Utilizando esclavos e indios de encomienda, como mano de obra, explotaron los placeres auríferos conocidos por los naturales. No parece que hayan sido muy abundantes los frutos de esta primera cosecha, pero gracias a ella dispusieron de un medio de cambio que les permitió iniciar tratos mercantiles con la Metrópoli y adquirir ganados, semillas y aperos de labranza para el aprovechamiento de la tierra. Montada en esa riqueza comenzó a marchar la economía neohispana, pues el oro atrajo a quienes lo buscaban indirectamente, es decir, a los comerciantes, los agricultores y los artesanos. El período áureo duró hasta los años iniciales de la cuarta década del siglo XVI, cuando comenzaron a beneficiarse las primeras minas de plata descubiertas en Taxco, que ya en 1532 daban buenos rendimientos. Pequeños hallazgos posteriores en diversas regiones de la Nueva España incrementaron la producción argentífera, hasta que al norte, principalmente Zacatecas, reveló sus inmensas posibilidades.

Desde que fueron descubiertas estas minas comenzó la gran aventura de la plata. Los fabulosos relatos, en parte confirmados por la realidad, echaron abajo el dique de la sensatez. La "fiebre de la plata" surgió, y ya no la extinguiría nada ni nadie; en grado más o menos alto, según lo cercano o distante que se estuviera del sitio de un descubrimiento sensacional, la padecería la Colonia hasta sus últimos días.

La minería colonial estuvo plenamente cuajada al terminar el siglo XVI. Se caracterizó por la dispersión de sus focos. Los principales se hallaron en las provincias norteñas, incrustados en sierras frías y formando constelaciones de diversa extensión. Aplicado a la mayoría de los minerales, para entonces estaba muy extendido el sistema de la "amalgamación" en frío que en el beneficio de la plata daba mayor rendimiento que el sistema de fundición.

Aunque grande, la producción de plata no adquirió perfiles fabulosos sino hasta el siglo XVIII. Su ascenso, entonces, fue verdaderamente enorme y constituyó la causa fundamental de la opulencia alcanzada por la Colonia en sus postrimerías. El extraordinario aumento de esa producción lo muestra la estadística del oro y la plata que se labraba anualmente en la Casa de Moneda (la cantidad de oro era insignificante comparada con la de la plata): en el año de 1700 sólo era de tres millones trescientos mil pesos; en el de 1750 llegaba ya a trece millones setecientos mil, y en el de 1804 ascendía nada menos que a veintisiete millones. Tanto subió la producción argentífera mexicana que en las postrimerías del siglo XVIII era algo mayor que la de todo el resto de América (veintitrés millones contra veinte) y casi igualaba a la del resto del mundo, incluyendo a los países del Nuevo Continente (veintitrés millones contra veinticinco).

Junto con la Villa, la Provincia, la Misión y el Presidio, existió otra importante institución española llamada Real de Minas, que era esencialmente un distrito minero en donde las autoridades, además de ejercer las funciones de gobierno, judiciales, fiscales y militares, debían aplicar las medidas conducentes al incremento de la producción de metales.

Las autoridades del Real de Minas podían adjudicar a cualquier vecino la propiedad de un terreno en el que hubiera descubierto una veta de metal, pero no debía permitir el acaparamiento de minas. El denunciante conservaba la propiedad sólo si la trabajaba, porque de interrumpir el laboreo por más de cuatro meses la mina quedaba vacante y podía ser denunciada por otra persona. En la legislación española se establecía que el subsuelo y sus riquezas eran propiedad del rey, quien cedía el usufructo de las minas a cambio de la quinta parte del metal producido. Y era obligación de las autoridades vigilar que estuvieran activas y que se llevaran la plata a quintar, es decir, a pagar el impuesto del quinto real a alguna población donde hubiera una Real Caja.

La minería produjo incalculables beneficios a la Colonia, a la Metrópoli y a Europa. Los vestigios de lo que reportó a la Colonia están aún a la vista: la infinidad de lujosos palacios y espléndidos templos, los primorosos muebles traídos de Europa y de China, y tantas otras manifestaciones de prosperidad como las enormes haciendas ganaderas y agrícolas. Sin embargo, este halagüeño cuadro sólo muestra el lado bueno de la medalla, el cuerno de la abundancia, y recata el lado malo, las lacras que la minería produjo. El aventurismo y la especulación de la peor. En la minería casi todo estaba sujeto al factor suerte y constituia un verdadero azar. La perdición física y moral de los obreros fue otra, quizá la peor, de esas lacras; la minería los agotaba pronto y los dejaba desamparados, cuando tullidos o enfermos no podían ya trabajar, y en los reales mineros anidaba el vicio más rastrero y se refugiaban los maleantes de toda laya. Los dos aspectos de la abundancia de la plata, el bueno y el malo, quedan así colocados uno al lado del otro para su confrontación.

El bueno dejó una espléndida huella material y cultural; el malo, una desgraciada huella espiritual y moral: el aventurismo y la corrupción, que tararon muy a fondo a la Colonia. Para España y para Europa hubo también consecuencias beneficiosas y perjudiciales de la avalancha de metales preciosos procedentes de México y de otros países de América. Por un lado, esos metales estimularon considerablemente la industria y el comercio y, a causa de ello, aceleraron el progreso económico y material de muchos países y su paso a la etapa del capitalismo llamado industrial. Por el otro lado, produjeron alzas de precios que hicieron descender el nivel de vida de las clases más débiles. En España este efecto de la abundancia de metales preciosos se hizo sentir con más fuerza, pues allí la carestía de la vida alcanzó desorbitados límites, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVI.

La vida de los trabajadores en los centros mineros era muy distinta de la de los peones en la hacienda o de la de los trabajadores urbanos del obraje. Los de las minas conservaron siempre su libertad de movimiento. Muchos eran indígenas que habían abandonado sus poblados de origen y al vivir en los centros mineros evadían las cargas fiscales que pesaban sobre la población indígena. En las minas se pagaban generalmente salarios altos; además, por el sistema llamado de "buscones", el obrero podía llegar a tener una categoría de copartícipe en la explotación de una veta y recibir un pago proporcional a la cantidad de metal que hubiera extraído. Por esas circunstancias, los centros mineros atraían a una gran cantidad de trabajadores. Acudían a ellos de las más lejanas regionés del país con la categoría de permanentes o temporales. Sin embargo, las labores en las minas eran siempre azarosas, pues las caracterizaba la incertidumbre por la "bonanza". Esa inestabilidad fomentaba que en ese mundo minero floreciera la especulación y la estafa.

Es en esa época que la región donde actualmente se encuentra
Vallecillo atrae a innumerables entusiasmados con la idea de hacerse ricos. Hoy sabemos que algunos de nuestros ancestros llegaron a Vallecillo, muy probablemente por esos años, atraídos por esta "fiebre de la plata".

En las lomas de
Vallecillo en 1766, se descubrió plomo con plata de buena ley, específicamente en las tierras de Don Salvador Lozano, vecino de Monterrey; primero apareció una veta metalífera, la cual se registró y procedió a constatar ley y firmeza para tener una idea clara de la trascendencia del descubrimiento y valía del metal. Posteriormente siguieron las exploraciones y aparecieron vetas por todas partes, trabajándose en terreno plano y con algunos pozos a flor de tierra, inundados por las corrientes subterráneas a poca profundidad, lo que dificultaba el trabajo de extracción.

Lo que por muchos años había sido simplemente un rancho a medio desarrollo, aislado y azotado por la hostilidad del medio circundante, donde la miseria reinaba y los habitantes sufrían constantemente ataques de los bárbaros, cambió con el descubrimiento de las vetas a este importante fundo minero, que complementó la riqueza existente en el Nuevo Reino de León y en la Nueva España, la que trajo bonanza a la economía del lugar, se aumentó el resguardo militar y se abrieron vías de fácil acceso para comunicar el mineral.

Don Ignacio Ussel y Guimbarda, Capitán de la Real Armada de Su Majestad, Teniente Coronel y Capitán del Nuevo Reyno de León.

Habiendo llegado a mí la noticia del descubrimiento de un nuevo mineral en una sierrilla que está en tierras del señor Don Salvador Lozano de esta ciudad y, que de su pueble puede resultar según me ha representado, algún perjuicio de sus haciendas especialmente al Rancho del
Vallecillo, ordenó al Alcalde Mayor y Capitán de Real de Sabinas haga que los descubrimientos de dicho mineral y demás gente que sirve al laborío de las minas, se contengan para su habitación dentro de los límites del mineral a distancia, quedando más de una legua, hasta tanto quede cimentada la ley de los metales y firmeza de las vetas que los producen.

El gobernador Ussel y Guimbarda intensificó y mejoró el trabajo minero en la región; al cual se le dio todo tipo de facilidades para su óptima explotación, resguardo y seguridad; pronto el nombre del mineral y su bonanza fueron noticia en el Nuevo Reino y en la Nueva España. Su auge fue comparado al de San Antonio de la Iguana (a 40 kilómetros al sureste de Lampazos), que al igual que este, atrajo a mucha gente, llevando trabajadores de San Luis Potosí, Durango y Zacatecas.

La actividad minera, junto con el incremento de la población, tuvo efectos multiplicadores en actividades como la agricultura y la ganadería. El templo de
Vallecillo fue dedicado a San Carlos Borromeo, patrono del lugar, y fue construido entre 1760 y 1768, al ordenarse en estos fundos edificar misiones religiosas atendidas por franciscanos para velar por la fe y buenas costumbres de los habitantes del lugar, que con el furor y auge tendían al vicio, juego y corrupción, situaciones contrarias a la moral y religión.

Iglesia de San Carlos de Borromeo en Vallecillo, N.L.

El incremento poblacional fue muy importante, la influencia se dejó sentir con la llegada de todo tipo de individuos y familias, con la finalidad de hacer fortuna.

A pesar de todo, los habitantes de
Vallecillo tuvieron que seguir luchando con un ambiente hostil, pues en la medida de su importancia, aumentaron los salteadores de caminos, ataques de indios, problemas de vicio y corrupción, siendo insuficientes los destacamentos militares para poner orden; así los indios y bandidos se encontraban por doquier, atacando en distintos puntos, para luego perderse en el monte, donde se organizaban para volver o se dispersaban para evitar ser sorprendidos por las milicias del Reino, por lo cual los habitantes siempre tenían que estar armados.

Las ocupaciones de los vecinos eran la minería, agricultura y ganadería, la minoría eran españoles, existiendo gran cantidad de familias de indios Garzas, Cenizos, Sequíes y Ayaguas.

Así es que nace
Vallecillo, como el Real de Minas de San Carlos en 1766; y en 1768 como el Real de San Carlos de Vallecillo, siendo gobernador del Nuevo Reino de León, Don Ignacio Usel y Gimbarda. Años después, la Constitución Española de 1812 elevó a este Real a la categoría de Villa, y el Congreso del Estado lo confirma en el año de 1825.

El mineral de
Vallecillo jugó un papel trascendente durante la guerra de independencia, con los primeros levantamientos de los indígenas Ayaguas y Garzas en contra del sometimiento y explotación colonial, desestabilizaron la estructura que por siglos se había mantenido inmutable. El Real mostró su fidelidad como plaza realista en la defensa ante el ataque de los rebeldes y demás escaramuzas militares en la región. Contrastaron en ese lugar por un lado los insurgentes, con los indomables Ayaguas y Garzas, y por el otro, los pro-peninsulares, fieles al Virrey y a la Corona de España, en base al destacamento militar permanente ubicado en ese lugar.

En el informe y catálogo de noticias escritas por Simón de Herrera en 1806, concernientes al Nuevo Reino de León, se afirma que
En el Vallecillo se descubrió el año del 66, una veta considerable muy plomosa; con solo la ley de cuatro onzas, pero su mucha saca y dócil beneficio les prometía utilidad, se abrieron sobre ella catorce bocas y cinco tiros para desagüe, pero las abandonaron por los vapores del gas, ácido carbónico que mataba la gente; en el año de 1799 denunció una compañía las catorce minas, posesionándose de mil quinientas varas al hilo de veta, y ninguna pasa su profundidad de ciento veinte varas que indican su mérito; desaguadas las minas por esta compañía, las encontraron derrocadas, porque los antiguos las derrocaron antes de desampararlas. Se vieron precisados a dar nuevo tiro y boca en tierra virgen, lograron descubrir la veta a las setenta y dos varas en tres cuartas de metal de catorce onzas, tan abundante que cayó piedra de veinte arrobas, pero luego se soltó el vapor y no pudo continuarse su laborío hasta cortar dicha veta y romper las fronteras; se pusieron varios hornos y máquinas, no surtieron el efecto deseado, por lo que están paradas, solicitando su dueño conseguirlo por medio de las bombas de fuego; estos metales son muy dóciles; por el método del fuego que en este país le llaman galemes. Cuentan los dueños con seis pesos libres en carga conforme sale de la mina, y como la extracción es abundante, se considera de importancia su laborío.

En marzo 21 de 1816 el Real del Vallecillo contaba con un alcalde y juez subdelegado en la persona de Francisco Lazarte; y como comandante del segundo escuadrón de milicias Andrés Mendiola y el capitán Vicente Vedía y Pinto, administrador de diezmos de este real.

En abril de 1818 acamparon a orillas del Río Salado un grupo de indios de la nación Lipan provocando alarma en los habitantes de
Vallecillo, a raíz de los problemas ocasionados por ellos en otros lugares; se tomaron las precauciones del caso, varios vecinos aseguraron haberlos visto merodeando las regiones aledañas a la comunidad sin acercarse lo suficiente, por lo que se pensó no tenían noble intención. Después de hacer un reconocimiento del lugar identificó a varios indios, entre ellos a Capirancillo, guerrero y jefe de la nación, llamado también Morrongo.

En virtud de esta amenaza, fue necesario evacuar ranchos cercanos a los agostaderos del río Salado, se retiró el ganado y caballada para evitar el robo y proteger a los vaqueros y pastores.

El 26 de enero de 1811 llega el General José Mariano Jiménez a Monterrey, quien declara la independencia del Nuevo Reino de León, y moviliza el contingente de Ayaguas y Garzas adjudicándosele el primer levantamiento de éstos en la región, provocando pánico y terror en los habitantes de
Vallecillo y la región, atacó diversas poblaciones y destacamentos militares realistas; por lo que se le acusó de infidencia; trataron de atraparlo, lo que resultó muy difícil por las cualidades guerreras y militares que poseía.

El año de 1813 durante el virreinato de Calleja, volvió a dividirse la Comandancia General de Provincias Internas. Joaquín Arredondo y Mioño quedó al frente de las Provincias de Oriente, (Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Texas) su nombramiento lo recibió en Agualeguas, en plena campaña contra la insurgencia en la región. En este periodo, las movilizaciones de los independentistas y los constantes ataques de los indios bárbaros, mantuvieron a la población de
Vallecillo a la expectativa, situación que se convirtió en intranquilidad y zozobra, al ordenarse la retirada del destacamento militar del Río Salado, para pasar a vigilar otros puntos estratégicos.

En esa época,
Vallecillo formaba parte de un cúmulo de poblamientos dispersos y sin estímulos suficientes para consolidarse, era un real de minas septentrional, que al igual que otros, casi nunca formaron poblaciones de más de mil habitantes, salvo en las épocas de auge, ni crearon asentamientos interdependientes, sustentados en la agricultura, comercio o manufactura; al contrario, prácticamente tenían que ser autosuficientes y autárticos, procurándose las condiciones necesarias para subsistir, en una frontera débil y sin límites.

Los artículos manufacturados, los utensilios para las minas y otros bienes no producidos en el lugar, se traían del centro en caravanas que tardaban meses en recorrer la difícil y siempre peligrosa región desértica, donde merodeaban bandas de indios hostiles, además de cruzar montañas y ríos de tránsito accidentado y planicies desoladas.

Estas características, ayudaron a conformar sociedades y economías distintas a las del centro y sur; desfilaron gambusinos y aventureros en busca de metales preciosos, soldados y capitanes con afanes esclavistas, frailes con o sin verdadera fe misionera y detrás de ellos, decenas de agricultores y ganaderos, cientos de indígenas tlaxcaltecas y tarascos.

En medio del aislamiento, defendieron diariamente todos ellos, el socavón de las minas, la iglesia, el fuerte, el rancho, el pueblo, en fin, su forma de vida.

La penetración en el noreste creó una historia cruenta de matanzas, sublevaciones y cautiverio de indios, en una lucha a todas luces cruel e injusta, que fueron forzados a la esclavitud. Un alto precio se pagó para contar con un rosario importante de centros mineros en producción, haciendas de beneficio de metales, latifundios ganaderos, ranchos agrícolas, que posteriormente serían la base de villorríos sólidos y definidos.

El Real de
Vallecillo siempre tuvo alcalde, aún en sus peores tiempos, cuando se encontraba casi despoblado, quien informaba de todo tipo de incidencias y se encargaba de hacer respetar las Reales Ordenes de la Capitanía General de las Provincias Internas.

Un grave problema de sanidad e higiene se suscitó en
Vallecillo, el cual trascendió a las autoridades, en el sentido de buscar una solución inmediata y proveer cualquier situación o caso similar en los demás pueblos del reino, tratando de establecer ordenanzas generales para control de la capitanía general y para salvaguardar la salud e integridad física y moral de los habitantes. Tal aspecto se desprende de la solicitud con carácter de urgente que presentaron los vecinos de Vallecillo pidiendo autorización para establecer un panteón público fuera de la comunidad, pues resultaba insoportable para los fieles acudir con regularidad a recibir los santos sacramentos a raíz de la muy arraigada costumbre de enterrar a los difuntos en la iglesia y a la constitución física del suelo que en esa región evita una sepultura adecuada. Provocándose fétidos olores al quedar algunos restos humanos al descubierto y al aumentar el número de personas sepultadas dentro del templo.

  

El Héroe de Vallecillo

Los indios carrizos establecidos en el norte del actual estado de Tamaulipas y Valle de Texas, eran belicosos e inquietos, ocasionaban graves problemas en el Nuevo Reino de León por su actitud de guerra indomable e inconformidad con el sometimiento y explotación colonial.

El indio carrizo Juan Isidro Candelario de la Cruz nació el año de 1786, en el Real del
Vallecillo, no sabía leer, ni escribir, pero fue un hombre de convicciones firmes, líder innato, guerrillero y visionario en la lucha; desde los inicios de la Guerra por la Independencia mostró inclinaciones por la revuelta, fue uno de los principales revolucionarios indígenas en las Provincias Internas de Oriente y tomó parte en infinidad de acciones bélicas.

En 1811, contaba con 25 años cuando se sublevó en contra de la opresión española; en pocos días organizó a los aborígenes del Real, representando la amenaza más grave para las autoridades, pues conocía muy bien todo el territorio y se desplazaba a los lugares más importantes.

Cuando el insurgente General Mariano Jiménez entró a la ciudad de Monterrey para proclamar la independencia del Nuevo Reino de León, de la Cruz movilizó el contingente de indios Ayaguas, Garzas, Alazapas, Carrizos, Sequies y algunos Tlaxcaltecas, encabezando el primer levantamiento de indios insurgentes en la región.

Los puntos de reunión de los rebeldes fueron La Sierra del Huajuco, Río Grande, inmediaciones de San Carlos, Picachos, La Mota, entre otros muchos lugares. De la Cruz participó con el jefe insurgente José Herrera en el sorpresivo ataque sobre Monterrey el 3 de julio de 1813. Después de la derrota de Herrera en la Loma de la Calera en Salinas Victoria, Juan Candelario decidió tomar el Real del
Vallecillo y mantuvo estrecha relación con los indios insurgentes de la costa de Tamaulipas.

Sus andanzas y victorias dejaban sorprendidos a propios y extraños, fue el caudillo más buscado, incluso por el mismo comandante de las Provincias Internas de Oriente Gral. Joaquín Arredondo y Mioño. Los indios insurgentes fueron derrotados en la Sierra de Picachos en un punto llamado "La Chorreada", pero Juan Candelario logró huir hacia el Pilón, luego se le tendió una emboscada cerca de La Misión de la Concepción donde fue aprehendido y enviado la prisión de Monterrey, donde se le abrió juicio por sedición.

Juan Candelario de la Cruz fue declarado culpable y ejecutado en la plazuela central del mercado el 5 de noviembre de 1814, siendo sepultado en el atrio de la iglesia Catedral.

Este ignorado indio insurgente merece reconocimiento y homenajes en Nuevo León.

Relata Mario Treviño Villarreal:
Se dice que por estos lados no hubo enfrentamientos insurgentes, una cosa errónea porque tenemos registros de alzamientos y violencia de los que buscaban su independencia. Eran enfrentamientos sanguinarios, a los capitanes realistas se les pagaba por cada oreja o cabellera que presentaran. Fueros masacres completas que, con los años, terminarían por exterminarlos por completo.

La noción de que el movimiento insurgente pasó desapercibido en Nuevo León es errónea. Esta visión fue posicionada por los primeros estudios elaborados por historiadores locales, quienes hicieron omisión del levantamiento indígena. Al igual que en los distintos levantamientos en el sur del país, la población indígena del Nuevo Reino del León aprovechó las corrientes de alzamiento contra la corona española y se sumó a la causa independentista de 1810. Si bien por la entidad no desfilaron los principales protagonistas como Miguel Hidalgo o José María Morelos, la visita de General Mariano Jiménez a Monterrey en enero de 1811 despertó la inquietud de insurgencia por estas tierras, como ya se relató. Los indígenas pertenecientes a las tribus de Ayahuas, Garzas, Carrizos, Alazapas, Borrados, Rayados y Tlaxcaltecas se rebelaron de sus amos en grandes haciendas y rancherías por todo el norte de Nuevo León. Aunque en el centro de la ciudad de Monterrey no hubo grandes batallas, sí se registraron sangrientos enfrentamientos en la zona norte del estado.

La época no era nada fácil para los indígenas. El contrabando de materias primas, su alto costo y sus condiciones de semi esclavitud trabajando en rancherías y casonas propiciaban un ambiente de inconformidad. Como ahora, los ricos eran muy pocos y los explotados eran muchos. Los nombres de indios como Doroteo, Irenio o Juan Candelario de la Cruz destacan como líderes de esos levantamientos. Uno de los enfrentamientos más fuertes que se registró en la región fue el de la zona llamada "La Chorreada", ubicada en las cercanías de Bustamante. También hubo enfrentamientos en poblados cercanos a lo que hoy conocemos como
Vallecillo, Sabinas Hidalgo, Villaldama y García. En esta batalla, los relatos indican que las mujeres se arrojaban a los barrancos con todo y sus hijos para no ser capturadas por los criollos o españoles.

  

Documentos históricos que se refieren a Vallecillo

VISITA DEL TENIENTE CORONEL DE INFANTERÍA MELCHOR VIDAL DE LORCA, GOBERNADOR Y COMANDANTE GENERAL DEL NUEVO REINO DE LEÓN (1773-1781)
La visita comenzó el 10 de febrero en los valles de San Pedro y Santa Catarina y terminó el 17 de mayo de 1775, en Monterrey. Durante tres meses se visitaron los valles de San juan Bautista de Pesquería grande, Nuestra Señora de Guadalupe o de las Salinas, el Real de San Pedro Boca de Leones, el pueblo de San Miguel de Aguayo, la Villa de San juan Bautista de Horcasitas y Punta de Lampazos, los recién descubiertos Reales de San Antonio de la Iguana, Santiago de las Sabinas, San Carlos de Vallecillo; la nueva Villa de Nuestra Señora de Agualeguas, San Gregorio de Cerralvo, el Valle de Pesquería Chica y la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta. También los Valles de San Mateo del Pilón y la Mota, los pueblos de la Purísima Concepción y Nuestra Señora de Purificación, la Villa de San Felipe de Linares y el pueblo de San Cristóbal de los Hualahuises. Fue mediante el nombramiento de un comisionado, pues reclamaron la atención del gobernador "varias cosas del real servicio", que se realizó la visita de San Pablo de los Labradores, Santa María de Río Blanco y Santiago de Guajuco.

VISITA GENERAL QUE PRACTICÓ EL TENIENTE CORONEL DON MELCHOR VIDAL DE LORCA Y VILLENA EN EL NUEVO REINO DE LEÓN, CORRESPONDIENTE AL DE NUEVA ESPAÑA, SIENDO SU GOBERNADOR; POR LA CUAL INSTRUYE DE LAS POBLACIONES DE QUE SE COMPONE, A QUÉ DISTANCIA SE HALLAN DE LA CAPITAL, QUÉ FRUTAS COSECHAN, BIENES DE CAMPO Y CON OTRAS ADVERTENCIAS QUE DAN PLENO CONOCIMIENTO DE LO QUE ES Y CONSISTE EL INSINUADO REINO.

Melchor Vidal de Lorca y Villena inició su gobierno en julio de 1773, sustituyendo a don Francisco de Echegaray. Durante su gobierno impulsó el beneficio de las minas en la Iguana y
Vallecillo. Recogió información sobre la situación de casas y solares en Linares y dictó determinaciones sobre extracción de ganados. En 1775 realizó la visita general a los pueblos, dejando a su vez establecidas milicias en cada pueblo. Fue ascendido a coronel en 1776 por el virrey Bucareli.

El real de Santiago de las Sabinas, comprendido en la jurisdicción del de Vallecillo, dista de esta ciudad veinticinco leguas y está situado al norte de ella, en una cañada o isleta, que circunda por sur y oriente el río de Boca de Leones, y la cerca por el rumbo del sur, el cerro que llaman Minas viejas. Ése se visitó el 27 de febrero, y consta su padrón de ochenta y dos familias de españoles, sesenta casados y veintidós solteros, y ciento veintinueve familias de plebeyos, con más de ciento tres mozos sirvientes, en los laboríos y operarios de minas, solteros también, de color quebrado; cuyo vecindario habita en sesenta y tres casas de terrado y noventa y siete jacales; tienen en sus extramuros cuatro haciendas de sacar plata y cuatro dichas de labor, y en el término de su jurisdicción hay ocho ranchos de ganado mayor, caballada, cría de mulada y ganado menor. Del dicho vecindario está formada una compañía de treinta y un hombres, inclusos los oficiales de ella, que se me presentó montada; y habiéndoles pasado revista el 28 de dicho febrero la hallé con el equipaje y armamento necesario. Tienen en este real una iglesia de bóveda, aunque corta muy decente, y ornamentada en parte; está descubierto a cualquiera invasión del bárbaro enemigo por el viento norte, viniendo del vallecillo, hacia el puesto de las Mangas, y por el noreste al campo en que están situados los ranchos de Santa Rosa y el Pantano. Quedaron congregadas en este real veintiún familias de indios amigos de la nación calancheña, sirviendo en las haciendas de labor de los bachilleres Don José Fernando Flores y Don Juan Nepomuceno de Larralde, sujetos a un capitán que les nombré, con instrucciones particulares para su gobierno mejor, y a cargo de los administradores de dichas haciendas, como asimismo nueve familias de la nación bozales agregados a la hacienda de fundición de Don José Benito Gutiérrez, con iguales prevenciones para su arreglo y mejor conservación, a cargo de dicho hacendado.

El real de San Carlos de
Vallecillo, que dista de esta capital treinta y dos leguas, está situado hacia el norte, en un llano que circunda una corta lomería y en el centro de él están sus minas; éste se visitó el día 1º de marzo de este año y habiendo pasado revista en el mismo día a su compañía miliciana de caballería, que se compone de cincuenta hombres, sin los oficiales de ella, armada y equipada en competente forma. El número de vecinos que hay, así en dicho real como en los ranchos inmediatos del río Salado, puesto de Las Mangas, arroyo Colorado y río de Sabinas, asciende a trescientas setenta y nueve familias, noventa y cuatro de españoles y doscientas ochenta y cinco restantes de mestizos, mulatos e indios naboríos, los cuales habitan en veintinueve casas de terrado y trescientos cincuenta jacales de zacate, los más de ellos ejercitados en el ejercicio de las minas, que sin embargo de estar casi todas aguadas, se visitaron y reconocieron por peritos e inteligentes que nombré para ello, a fin de informarme de su presente estado y laborío, y se halló ser diecisiete las minas que pueden ponerse en corriente y fruto, verificado el tiro general que procuré se emprendiera por aquel comercio, y de hecho se puso en práctica para su desagüe. Mandé juntar todos los indios mansos que andaban dispersos en el real y sus inmediaciones, y se congregaron veinticuatro familias de las naciones garzas, cenizos y saiques, a los cuales puse en sujeción y trabajo al cargo de Don Miguel de Villarreal de aquella vecindad, nombrándoles un capitán con determinadas reglas e instrucciones para su mejor gobierno y conservación. Del mismo modo recogí la nación de los indios ayaguas que se compone de veintitrés familias, y nombrándoles un capitán con las instrucciones generales que distribuí en toda la provincia para el gobierno, sujeción y mejor mantenimiento de estas gentes, las reduje a que trabajasen en servicio de la hacienda de labor del General Don José Salvador Lozano, que está en términos del real de las Sabinas, pagándoles su trabajo, y dándoles la correspondiente ración, a lo que aceptaron de buena gracia, quedando muy conformes a la sujeción y comando del administrador de dicha hacienda, y a las órdenes de su capitán. Tiene este real del Vallecillo una iglesia nueva construida a piedra y cal de regular cañón y con los ornamentos y demás necesarios, para la administración de los santos sacramentos, a cuyo ministerio asisten de arraigo dos vicarios que mantienen el cura propio de aquellos reales Don José Manuel de Plaza.

La hacienda de labor nombrada Nuestra Señora de Guadalupe del Álamo, que es de jurisdicción del real de
Vallecillo, y dista de él ocho leguas al rumbo del este, está situada en un plan hermoso, con suficiente regadío, aunque en el día está muy deteriorada, su capilla caída, la casería arruinada y apenas poblada con ocho vecinos españoles, de que se conoce que en un tiempo sería de las más especiales de la provincia; esta hacienda pertenece a los Garzas Falcones y se visitó de tránsito a la villa nueva de Nuestra Señora de Agualeguas, el día 5 de marzo de este año, en cuya visita alenté y persuadí a sus moradores a que reedificasen la capilla para su espiritual beneficio, supuesto tenían aún los ornamentos necesarios para celebrar el santo sacrificio de la misa, con lo más que tuve por conveniente prevenirles.


INFORME QUE RINDIÓ EL GOBERNADOR AL INTENDENTE DE LA PROVINCIA DE SAN LUIS POTOSÍ, DON BRUNO DÍAZ DE SALCEDO, EL 26 DE ENERO DE 1788
[...] los reales de minas que al presente están casi despoblados y son Boca de Leones, su agregado Sabinas, Vallecillo y La Iguana.

  

JURA DE LA INDEPENDENCIA DEL IMPERIO MEXICANO EN
VALLECILLO

Siendo Virrey Juan O'Donojú, se firmó el plan de Iguala proclamado por Iturbide, jurándose la Independencia en la Nueva España y en las principales entidades del Reino, estando al frente aún Don Joaquín Arredondo, Comandante General de las cuatro Provincias Internas de Oriente:
A los seis días del mes de julio de 1821, reunidos en la Sala Capitular del Real de Vallecillo, el Presidente don José Francisco Ramírez y Pérez, con el Ayuntamiento y vecindario, se dió lectura al Plan de don Agustín de Iturbide; y después en la Plaza Pública, ante un altar en el que se puso un Crucifijo y los Santos Evangelios, junto a la puerta principal de la Iglesia, se procedió al Juramento de la Independencia. El cura Br. Don Juan Antonio de Zepeda dijo en alta voz, lo siquiente "Juro por Dios Nuestro Señor defender la Indepedencia con arreglo al Plan que la propone, hasta derramar la última gota de sangre; y si así lo hiciere, Dios me lo premie, y si no, me lo demande." Dirigiéndose al público, agregó: "¿Juráis por Dios Nuestro Señor y por los Santos Evangelios la Independencia de este reino con la España, hasta perder la última gota de sangre, con arreglo a la instrucción del Sr. Jefe 1o. del Ejército Imperial D. Agustín de Iturbide?" A lo que todos contestaron: "Sí, Juramos." Después de la fórmula anterior, se desbordó el júbilo popular, en repique general de campanas, descargas de fusiles y música; también se cantó un Te Deum. Firmaron el acta correspondiente, José Francisco Ramírez y Pérez, Br. Juan Antonio Zepeda, Juan María Ramón Burgos, Manuel Villarreal, Pedro Villarreal, Francisco Lazarte R., José Manuel Mendiola, José María de Castro y José Félix M. Aguilar.

DEL ÉXODO A NUESTROS DÍAS

El éxodo, principalmente a Estados Unidos, comenzó hace mucho tiempo en el campo mexicano, pero empezó a tomar características propias a comienzos del decenio de 1940. Durante la década anterior, el presidente Lázaro Cárdenas del Río había llevado a cabo la Reforma Agraria favoreciendo al campesinado mediante una extensa distribución de la tierra. Este proceso sentó las bases para una era de prosperidad rural con un crecimiento del 5.7 por ciento anual de la agricultura mexicana entre 1940 y 1965. Sin embargo, hacia fines de los años 1970, el crecimiento agrícola había caído por debajo del nivel del aumento de la población, y se tuvo que importar granos, en tanto que los migrantes se trasladaban a las ciudades o cruzaban la frontera.

El éxito de la Reforma Agraria y el saldo favorable de la agricultura en la economía nacional, debido a que el precio de los alimentos se incrementó más rápidamente que el índice general de precios entre 1929 y 1945, se reflejó en un mejoramiento nutricional y en un mayor acceso a los servicios médicos que disminuyeron las tasas de mortalidad y generaron un crecimiento de la población sin precedentes de más de un 3 por ciento anual. Al comienzo del régimen de Miguel Alemán Valdés, en 1948, se adoptó una nueva estrategia de desarrollo que orientó las inversiones del gobierno hacia la sustitución de importaciones y hacia la irrigación agrícola en gran escala. Las políticas del gobierno que estimulaban la industrialización, llevaron a la centralización de recursos en los centros urbanos, los que incesantemente atraían gente de regiones rurales. Se crearon oportunidades de empleo muy rápidamente en las grandes ciudades. Los migrantes podían encontrar un empleo formal con facilidad puesto que los requisitos para el ingreso en el mercado de trabajo eran pocos y podían ser entrenados en la ocupación misma. Para aquellos que buscaban un ingreso temporal, el auge de la construcción de viviendas y de la infraestructura urbana ofrecía amplias oportunidades a voluntad.

Sin embargo, a pesar de este desarrollo urbano e industrial, el crecimiento agrícola fue muy desigual en dos sentidos: en su intercambio con el sector industrial e internamente. La agricultura proporcionó los productos agrícolas para la exportación y los alimentos baratos para apoyar la industrialización. No obstante, en este proceso perdió demasiados recursos. La prolongada transferencia de recursos, por vías fiscales y de precios, entre la agricultura y la industria en el período de 1942 a 1963 erosionó las bases económicas de la pequeña propiedad al estimular un desarrollo desigual dentro del sector agrícola.

Vallecillo es un municipio rural que debe entenderse como un municipio fronterizo a pesar de los 110 kilómetros que lo separan del puente internacional de Nuevo Laredo, debido a la franja territorial de Tamaulipas que no lo deja tener frontera común con Texas. Al igual que Sabinas Hidalgo, Vallecillo es una antesala de los Estados Unidos. En esta zona de Nuevo León, el Valle de Texas es visto como la continuación de un mismo territorio homogéneo, que las circunstancias histórico-políticas vinieron a dividir. Para sus habitantes, la vecindad con Texas es parte de su vida cotidiana e ingrediente muy importante para comprender la historia, la dinámica y la imaginación de su propia sociedad. A lo largo y a ancho de esta región viven primos, cuñados, suegros, sobrinos, hijos y tíos, portadores de los mismos apellidos. Algunos mexicanos, otros estadounidenses por nacimiento y no pocos de doble nacionalidad; pero todos, a fin de cuentas, se sienten parte integrante, en mayor o menor medida, de una misma identidad.

Vallecillo sufre por el agua y por el agotamiento de sus minas, por eso el despoblamiento paulatino que lo caracteriza. Con más de 3 mil habitantes a fines del siglo XIX, su población se redujo en 1930 y se incrementó un poco en 1940, superando los 4 mil habitantes. A partir de entonces la población muestra una tendencia decreciente permanente. Vallecillo es un municipio extenso, despoblado y disperso.

La historia nos explica muchas cosas del
Vallecillo de hoy. Desde su fundación, en 1766, fue un pueblo minero y pastor por tradición durante todo el siglo XIX. Sus pobladores de origen criollo, buscaban plata hacia 1825 en sus 35 minas. Además, cabras, ovejas, bovinos y caballos se reproducían en sus tierras. Región difícil de poblar por la adversidad que la caracteriza: tierra hostil a la agricultura, con agua escasa y no siempre potable, permanentes luchas con los lipanes, los mezcaleros y los comanches que hacían sus caminos peligrosos y un clima endemoniado.

Vázquez, Flores, Rodríguez, Villarreal, Sánchez, de los Santos, García, Mercado,
González, Serna y Botello bautizan estos linajes de pastores y mineros. Pastores de ganado propio y ajeno que no dejaron construcciones firmes y resistentes al tiempo; mineros para sí mismos, pero sobre todo para compañías extranjeras, dejaron el recuerdo de glorias metálicas que enriquecieron poco su tierra natal. Los agujeros y corredores subterráneos, las fundiciones y las lajas abandonadas son testigos dormidos de la actividad minera. Derrumbes, inundaciones o agotamiento del mineral se hicieron cómplices de la guerra revolucionaria que le dio jaque mate a esta manera de sobrevivir. Así, la migración al "otro lado" empieza. Si antes el pavor a perder la vida y el patrimonio, los hijos o la mujer, por las guerras y las invasiones de lipanes y mezcaleros entre 1813 y 1855, o de apaches hasta 1870, hizo que la región no se poblara, en 1890-1921 el fin del siglo minero y las revueltas revolucionarias obligaron a emigrar hasta a los más bragados.

Vallecillo está habitado predominantemente por nativos del lugar, gente del terruño desde sus tatarabuelos: los que no se fueron o los que regresaron. La actividad agropecuaria ha sufrido cambios profundos, pues la superficie de labor, que nunca ha sido muy grande, se ha venido achicando. En contraste, la superficie dedicada a pastizales se ha agrandado.

La mayoría de los parroquianos de
Vallecillo se dedica a la agricultura o a la ganadería. De hecho, Vallecillo es la más rural de los municipios del norte de Nuevo León, porque es el que más cuida vacas y chivas, y en el que una proporción mayor de gente se dedica a roturar la tierra. Al mismo tiempo, desde 1950 a la fecha los predios grandes se irrigan cada vez más y los pequeños se usan como pasto para el ganado, se aseguran cada vez mejor las cosechas y el tractor entra en escena. En suma, la actividad agrícola se moderniza, pero al servicio de la actividad pecuaria.

La vida económica de
Vallecillo se puede sintetizar de la siguiente manera: en los años 1930 lo que veían los vallecillenses era una que otra hacienda ganadera acompañada de vida pastoril y pequeñas parcelas agrícolas de subsistencia del tipo ejidal; los hatos de cabras iban dejando el paso al cultivo de maíz; de pastores de ganado propio o ajeno, pastando en campos o montes del hacendado o de la comunidad, se pasó, no sin violencia, al mundo del ejido. Para 1950 este cambio cuajó con sus mil 537 toneladas de maíz y sus mil 581 hectáreas de superficie cosechada sólo para este alimento vital. En este período se da inicio a la migración masiva de hombres y mujeres a Estados Unidos. Tímidamente, al principio, la vida migratoria va asentándose hasta llegar a formar parte de la vida de Vallecillo en los años 1960. La presencia del dólar en el municipio anuncia el final de este breve pero caluroso encuentro con la agricultura de régimen ejidal. En 1970 se había abandonado la agricultura. La superficie de labor total de la tierra ejidal pasó de 12 por ciento a 4 por ciento de 1960 a 1970. De la misma forma, la superficie de labor en predios mayores de cinco hectáreas pasó de 5 por ciento a 1 por ciento.

La historia económica de
Vallecillo puede narrarse aún de manera más sencilla: allá por los años 1930, los vallecillenses eran pastores de cabras, ovejas y caballada también; los gobiernos los quisieron hacer campesinos; esto no daba para comer y la mitad decidió irse a trabajar a Estados Unidos. Los dólares que allá ganaron les permitieron volver a ser ganaderos. Para quienes no fueron a Estados Unidos quedaron las cabras, la producción de granos de consumo animal y la venta de su fuerza de trabajo en condiciones poco favorables.

Hoy en día, aun entre las clases sociales favorecidas, el amor por los ranchos –por tener un rancho propio–, la tradición de reunirse en torno a una carne asada –como ritual que mantiene los lazos sociales y familiares–, el gusto por la carne de res y el cabrito, entre otras muchas manifestaciones culturales, son legados del pasado vaquero de
Vallecillo y de todo el estado de Nuevo León.


  

Vallecillo, sus lugares y sus gentes (1993)

Cerros. Los Cerros se localizan al Noroeste del Municipio y son La Mesa del Mezquite, Loma El Grullo, Las Palmas y Cerro La Llorona.

Ríos. Riegan al Municipio los siguientes ríos: El Salado, Las Nueces, Sabinas.

Arroyos. La Laja y Cavazos, El Macho, El Blanco, El Chapote, Puerto Grande, Los Coyotes, El Cuervo, El Salitre y Las Jaras.

Presas. Santa Elena, Los Nogales, San Antonio, El Álamo.

Bordos. Los Cavazos, Santa Rosa, EL Guayacán, San José, San Marcos, Bordo Nuevo, Bordo Viejo, Bordo de Arriba, Tío Celso, El Cerrito, Bordo Las Lomas, Las Canteras, Las Trampas, Las Blancas, EL Mirador y San Felipe.

Vegetación. Existe variedades como el grangeno, huizache, mezquite, cenizo, uña de gato, anacahuita, coyotillo, anacua, chapote, comas, chaparro prieto, junco, amargoso, guayacán y zacate buffel.

Principales localidades. Los Colorados, El Álamo, Palo Alto, Ayaleño, San Carlos, Buena Vista, Los Vela, Fresnillo, Brasilitos, Peñitas, Los Veras, Colorados de Arriba, La Aurora, Matatenas, La Gloria, La Lajilla, Caracol y Camulines, Leoncitos, Las Esperanzas, San Juan, Aquiles Serdán y
Vallecillo, que es la cabecera municipal.

Agricultura. Se aprovecha al máximo el agua del Río Salado, para regar las tierras del cultivo en esa parte del municipio o sea al Noroeste, el Este el agua del Río Sabinas, en el Sureste el agua del Río Álamo y el agua de pozos profundos hechos por el hombre y con el uso de máquinas perforadoras, el agua de los ríos llega a las tierras de cultivo por medio de canales y acequias, de los segundos se extrae por medio de bombas y tuberías de aspersión. Se cosecha: sorgo, maíz, frijol, espiga, trigo, cártamo, melón, chile, cebada, calabaza, sorgo forrajero y en la actualidad brócoli, que se exporta al vecino país del Norte.

Ganadería. En el poblado de San Carlos se estableció un Centro de Fomento Agropecuario, el cual proporciona asesoría técnica a los ganaderos del municipio y sementales para la mejor producción de su ganado. Hay ganado vacuno, caprino, lanar, caballar y cría de aves en pequeño, también hay porcino en baja escala.

Educación. Hay escuelas primarias en San Carlos, Palo Alto, El Ayaleño, El Álamo, Las Esperanzas, Colorados de Abajo, Colorados de Arriba, Brasilitos, Las Veras, La Aurora, Matatenas, Aquiles Serdán y el Cabecera Municipal
Vallecillo. Los jóvenes que requieren educación secundaria asisten al vecino municipio de Parás, de Agualeguas o Sabinas Hidalgo.

Comunicación. Atraviesa la Cabecera Municipal la Carretera Nacional No. 85 México-Laredo. La carretera Sabinas Hidalgo-Parás que pasa por Matatenas a menos de 4 kilómetros por La Aurora, Colorados de Arriba a 5 kilómetros de distancia, por los Colorados de Abajo, Las Esperanzas, El Álamo, Palo Alto y El Ayaleño. La carretera
Vallecillo al entronque de Palo Alto que pasa por la Lajilla y San Carlos y caminos empedrados y de terracería que comunican con todos los poblados. Existen casetas telefónicas en Vallecillo, San Carlos, Palo Alto, El Álamo y Colorados de Abajo, también hay servicio de correo y transporte, nos llega la imagen de los canales de televisión, diez, cinco y doce y las estaciones de radio, se escuchan las de Monterrey capital del estado, algunas de la capital del país como la XEW y la de Sabinas Hidalgo del grupo Radio Alegría y la de Radio Gobierno del Estado y algunas del Valle de Texas y Tamaulipas.


  

Escudo de Vallecillo

Escudo de forma portuguesa y/o francesa, cuartelado en cruz, con escusón, bordura y yelmo en la parte superior y divisa en la parte inferior.
• En el cuartel diestro superior se representa la ganadería.
• En el cuartel siniestro superior un león rampante y coronado sobre fondo en plata.
• En el cuartel diestro inferior se representa la actividad económica agricultura.
• En el cuartel siniestro inferior se tiene la representación cultural con las Campanas de la entrada del atrio de la Iglesia de San Carlos de
Vallecillo, considerado un monumento arquitectónico nacional.
• Escusón: Símbolo de la entrada de la antigua Mina de la Iguana, motivo por el que fuera fundado el Real de San Carlos de
Vallecillo.
• Bordura: Nombre antiguo del municipio Real de San Carlos de
Vallecillo; años de elevación a Villa 1825 y de institución del escudo 1981.
• Divisa: Nombre actual del municipio
Vallecillo, N. L.

Corrido de Vallecillo, N.L.




  

Curiosidades: Mapa del Nuevo Reino de León

Muchos saben que al capitular don Luis de Carbajal y de la Cueva la pacificación y población del Nuevo Reino de León, se fijaron a éste, como límites, doscientas leguas por lado, partiendo de la desembocadura del Río Pánuco hacia el poniente y norte, respectivamente. Igual extensión se fijó al Nuevo Reino en la capitulación celebrada, también con el monarca español, por Martín de Zavala, muchos años después de la anterior.

Pero pocos se habrán dado cuenta de la dilatada extensión que cubren doscientas leguas por lado, o sean, ochocientos treinta y ocho kilómetros.

Vaga idea tenían los monarcas ibéricos en aquellos lejanos tiempos –como era natural– de la extensión de la Nueva España, y por eso otorgaban capitulaciones a base de cientos de leguas, bajo la impresión de que sus dominios eran tan dilatados que en ellos "no se ponía el sol". Por eso, el Nuevo Reino de León, de haber subsistido hasta ahora, habría comprendido, además del territorio actual de Nuevo León, los territorios actuales de Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Texas; y tendría puertos de mar en ambos oceanos.

Mapa del Nuevo Reino de León, Nueva España.



  

Relato que un nuevoleonés hizo en su visita a Vallecillo entre 1989 y 1991

Vallecillo

Pueblo de mágico misterio que como espejismo se levanta al sol. Lugar de piedra y muchos sueños apagados. Rincón viviente donde duermen recuerdos pasados y donde el corazón y nostalgia de su gente se convierte en permanente espera. Municipio de fuerza y fortaleza que se niega a morir y desea perpetuarse, aunque sea en el silencio o en la voz de un recuerdo. Esto es para mí
Vallecillo.

Los unos y los otros

En un mundo cambiante, todos tienen cabida dentro de un propio ciclo. Unos estarán más cerca de nosotros; algunos más, estarán alejados, tal vez, de nuestro rumbo. La gente en sí, es diferente; pero también, si usted lo quiere, es igual a los demás. Lo que pudiera parecer un mero juego de palabras, es lo que yo llamaría la vida misma. Unos cambian, otros quedan, otros se van.

En lo que respecta a los municipios, sucede más o menos lo mismo. Existen municipios pobres, existen municipios ricos. Existen ayuntamientos con gran fuerza de la capital, a la vez que hay municipios con un gran deterioro en su economía. Hay lugares de gran población habitacional, mientras que hay otros sitios en que su tasa de crecimiento va hacia la baja.

La vida del municipio es como la fuerza, los brazos y energía de todo un Estado. El municipio es parte importante de todo un cuerpo. Nosotros, habitantes de "X" municipio, somos como bujías que dan la chispa y la vida a dichos conglomerados o comunidades. Algunos de nosotros estaremos bien, muchos estaremos mal. Habrá grandes municipios, así como habrá lugares los cuales estén casi en la miseria.

Viajar por Nuevo León es palpar la realidad en que vivimos. Es saber a dónde vamos, de dónde venimos, por qué existimos o por que morimos. Recorrer nuestro Estado es conocernos, es hacer algo por nosotros. De ahí mi recomendación e insistencia en que conozcamos nuestro Estado. Conocer Nuevo León y nuestros municipios es de gran experiencia, que da fuerza a nuestra vida.

Vallecillo: historia singular

La historia de este lugar es verdaderamente interesante. Su nombre antiguo fue el de Real de San Carlos de
Vallecillo, poblado que surgiera de un lomerío donde se encontraron diversas minas con variadas vetas de muy buena plata. Su historia se remonta al año de 1768, fecha en que fuera fundado, para posteriormente, en 1825, convertirse en villa.

Lo singular de su historia radica en que éste es tal vez el único municipio en todo Nuevo León en que su población va disminuyendo en vez de ir creciendo. No hace mucho su número de habitantes llegaba a los 3,000; hoy, en cambio, su población no sobrepasaba ni siquiera los 2,500 pobladores. La razón lógica para muchos; aquí, simplemente no hay recursos.

Situando a Vallecillo

Vallecillo se encuentra a unos 130 kilómetros al noreste de Monterrey, ahí por la carretera No.85, que es la que conduce a Laredo. Contando con una extensión territorial 1,009 kilómetros cuadrados, Vallecillo es un municipio cuyos parajes lo forman páramos y desiertos adornados con unos cuantos chaparrales, al igual que las aguantadoras y fieles palmas.

Así, con este panorama semidesértico y esas llanuras que dan cuenta al sol se halla
Vallecillo, nombre en diminutivo que da una muestra o un reflejo de gente perdida en el desierto. Un municipio de espejismos, de piedra, agua y sol. Un lugar limitado por los municipios de Anáhuac, al norte; Paras; al oriente; Agualeguas, al sur; y Sabinas Hidalgo, al poniente.

Llegando a Vallecillo

Vayamos al encuentro de
Vallecillo. Un lugar por el que tal vez hayamos pasado sin darnos cuenta. Agarre su automóvil y enfile como si fuera a Nuevo Laredo. Serán unos 110 kilómetros hasta Sabinas y otros 20 más para llegar a Vallecillo; es decir, un total de 130 kilómetros partiendo del centro de Monterrey.

Habrá por supuesto, personas que no tengan la facilidad del carro, pero que deseen ir allá. Para esto habrá que irse en autobús. Primeramente hasta Sabinas Hidalgo (a través de Transportes del Norte, Transportes Frontera o Transporte Zuazua). Y luego continuar o cambiar ahí de línea. No hay autobuses directos de Monterrey a
Vallecillo. Hay que cambiar en Sabinas; y, los camiones que hay que tomar son los Frontera (color rojo).

¿Economía o sobrevivencia?

Todo Pueblo tiene su sustento y forma de vida. Aquí, en
Vallecillo una de las principales actividades es la industria de la piedra bola. Esto tal vez no se vea en el camino. Recordemos que Vallecillo es ese pequeño pueblito que se encuentra a unos 15 o 20 minutos pasando Sabinas Hidalgo. La "pica de la piedra" como dicen los habitantes de este lugar lo único que deja. La ganadería, por otra parte, al igual que la agricultura, son cosas que poco dejan y a nada conducen, según ellos.

A pesar de los pesares

No obstante, y a pesar de la malograda economía de este municipio, aun se dejan ver por este lugar sitios en los que se cultiva el sorgo, el maíz y el trigo. En cuanto a ganado, en realidad, a nivel de campesino, existe poco, y lo único de lo poco que se aprecia es ganado bovino, porcino, caprino y caballar. También pudiera hablarse de la pesca, casi siempre a manera de deporte. Nombres de presas son la del Papalote, San Felipe y Santa Cruz.

Vallecillo es también un lugar de veraneo y de descanso. Buenos ranchos y haciendas existen en las inmediaciones. Los ranchos de gente acomodada son bastantes. Hay servicio de energía eléctrica, papalotes, agua, servicio telefónico por medio de radio. Por otra parte, la realidad, a mi modo de ver las cosas, es que Vallecillo es un pueblo olvidado por el que se pudiera hacer mucho. Con algo de infraestructura y apoyo la gente pudiera salir del letargo en el que vive y hacer de su municipio un mejor lugar para vivir.

Conviviendo en Vallecillo

Venga a
Vallecillo y disfrute de un cómodo día, paseando por esos rincones de nostálgico pasado. Recorra esas calles que recuerdan toda una vida. Calles, que traen a la memoria los famosos "Reales de Mina", nombre con el que se conocía o denominaba a aquellos asentamientos humanos que se produjeron a causa del hallazgo de minas de plata, durante la época de la colonia. Verdaderas casas de gran belleza natural. Limpio sillar portando esas enormes vigas que dan asiento al techo de las casas. Hogares de vida cristalina que le hablaran sobre la verdadera historia de este pueblo.

Venga y conozca
Vallecillo. Encontrará que es un pueblo encantador. Rompa el silencio de sus calles. Haga como los niños que se divierten con el simple hecho de ir pateando una piedra o una lata. Respire ese aire de pueblo apartado como sobreviviendo a un reto y futuro desconocido. Recorra cada rincón y cada sitio. Encuentre la verdad que en otras partes no hallara.

La gente en Vallecillo

Trate de hablar con la gente. Se animará al saber muchas cosas desconocidas por nosotros.
Vallecillo es también un pueblo de leyenda. Historias que figuran en revistas extranjeras. Platillos voladores que se dicen se han visto en este lugar. Personas, artistas, arquitectos y fotógrafos que vienen a conocer un pueblo como aquel mencionado en uno de los primeros programas de televisión en los Estados Unidos: Thompson, Arizona: "el pueblo que se negó a morir". Así es Vallecillo.

Llegue a este pueblo fuera de serie. Aquí lo más importante es entrar en contacto con la soledad o quietud reinante. Por otra parte, si usted gusta de lo antiguo, y se interesa por las primeras formas de arquitecturas y buenas construcciones, venga a
Vallecillo. Aquí sí que encontrará construcciones de buena calidad, aunque tal vez no con la elegancia a la que uno pudiera estar acostumbrado. Aspectos interesantes que incluso han aparecido en revistas especializadas de alta calidad, reconocimiento y prestigio.

Aspectos, lugares y encuentros

Vallecillo es un lugar digno de un estudio de este tipo. Su arquitectura y urbanismo colonial es de especial interés, por ejemplo esas casas con sus fachadas al ras de la banqueta, casas alineadas sin interrupción, todas ellas con un toque muy singular para ser tomado en cuenta.

Típicamente,
Vallecillo sigue el trazo de una retícula en forma de damero; es decir como de un tablero de ajedrez. Cuadras y casas que se van yuxtaponiendo como si quisieran cobrar vida y moverse a través del propio tablero. Gente: peones, alfiles, torres, caballos, reyes y reinas que se ven en forma tal vez desconocida, moviéndose de un lado a otro. Vidas que van, vidas que vienen. Aires que se sienten, soplos que se esfuman.

Conozca
Vallecillo, sus casas, su pequeña presidencia Municipal. Encuentre su iglesia muy cercana a la plaza. Haga amistad o plática con la gente que encuentre en las calles. Descanse sentándose en alguna de las bancas o barditas de esa minúscula plaza que se encuentra en la orilla de la carretera. Diviértase con los juegos. Ría con los niños. Encuentre aquello que más busca y está siempre cerca de usted: la sombra y su felicidad.

El regreso a casa

Añada una medalla más a su carrera. Disfrute de lo que a usted más le agrada. Levante el vuelo mirando a esos bellos recuerdos de viejas casonas hechas de sillar y vigas. Vislumbre el caer de la tarde diciendo adiós a esos papalotes con sus aspas giradoras. Vea esas nostálgicas palmeras haciendo reverencia ante su partida. Conserve todo esto en su recuerdo. Yo sé que muy pronto volverá a pasar por
Vallecillo.


  

LA PIEDRA LAJA

En la actualidad, y ya desde hace muchos años, de las canteras de
Vallecillo se extrae la piedra laja. La piedra laja es una roca sedimentaria, plana y lisa. Esta piedra se presenta en la naturaleza en forma de láminas compactas. Se extrae en grandes bloques, generalmente cortados en finas láminas que se corresponden con la estratificación en los yacimientos. Su textura es detrítica o clástica (compuesta de clastos, o fragmentos, de roca y minerales pre-existentes acumulados mecánicamente a través del tiempo), y su porosidad, dureza y resistencia dependen de los niveles de compresión del suelo. Las hay en diversos colores, según la incidencia de óxidos de manganeso, fierro y otros minerales. Su explotación se hace a cielo abierto. En general, es una roca plana, lisa y poco gruesa.

La piedra laja es un material elegante para decorar y embellecer tanto las partes externas como las internas de las propiedades. Existen diversos tipos de piedra que son usadas con distintos propósitos pero pocas con la elegancia de la piedra laja, la cual da un toque de estilo donde quiera que se pretenda instalar. Es una piedra que se puede reconocer fácilmente porque posee características muy particulares y se puede utilizar para engalanar todo tipo de superficies interiores y exteriores, debido a su duración, dureza y resistencia a la abrasión.

Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L.
Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L. Usos de la piedra laja de Vallecillo, N.L.
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HISTORIA DE NUESTROS ANCESTROS

Nueva España (1535 – 1821)

El inicio del Imperio Español se ubica en el siglo XV con la unión de la reina Isabel I de Castilla y el rey Fernando II de Aragón, mejor conocidos como los Reyes Católicos. Ellos querían fortalecer su dominio sobre el norte de África, utilizar sus puertos más cercanos para comerciar oro, esclavizar a los africanos y extender sus dominios a través de la expedición a tierras lejanas para así propagar el catolicismo.

El siglo XVI, el llamado «Siglo de las Colonias», vio a España y a Portugal explorar el denominado "Nuevo Mundo". Con la conquista y sometimiento de los imperios Tenochca, Muisca, Maya e Inca, el Imperio español extendió sus dominios desde la actual California hasta el río Biobío en Chile, siendo el imperio global más extenso durante 300 años. En general, el siglo XVI fue un período de auge económico para toda Europa.

Imperio Español

España se erigió como la superpotencia del siglo XVI y reunió un imperio gigantesco con posesiones por todo el mundo. Alcanzó su apogeo al anexionar el Imperio portugués. Dominó extensísimos territorios americanos, desde los actuales Estados Unidos hasta la zona de Chile y Argentina, posesiones alrededor de África, numerosas colonias en Asia fruto de la conquista de Portugal. Además de media Italia, los Países Bajos, la Borgoña, etc.

A raíz de la invasión de América a finales del siglo XV, el siglo XVI prosiguió con las grandes exploraciones, principalmente españolas y portuguesas, por el Nuevo Mundo, el Pacífico, Asia, etc. España completó la primera vuelta al mundo de la Historia. La economía se globalizó, creándose un primitivo capitalismo.

Como ya se dijo, debido al espejismo que padecía Europa en ese entonces, los metales preciosos se consideraban las raíces fundamentales de la riqueza; por lo que vinieron los españoles y portugueses a buscarlos, invadiendo América, en lo que históricamente se llama la "Conquista de América". Ya sabemos que, en el proceso, efectivamente sí se logró la opulencia de una minoría, al tiempo que se colonizaba a las comunidades originarias de este continente recién "descubierto".

La Nueva España fue establecida tras la conquista del Imperio Tenochca (1325 – 1521) por decreto real del rey español Carlos I en 1535.

La Nueva España estaba dividida en reinos (provincias) y territorios: México, Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, Nuevo León, Nuevo Santander, Nueva Navarra, Nueva Extremadura, Nueva Filipinas, Santa Fé de Nuevo México, Las Californias, La Luisiana, La Florida, Yucatán, Guatemala, Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Filipinas.

Nueva España

Nueva Vizcaya (1554 – 1821)

Nueva Vizcaya (también llamado Nuevo Reino de Vizcaya) ocupó el área actual de los estados de Durango, Chihuahua, Sinaloa, y parte del estado de Coahuila; fue la primera provincia de la Nueva España en ser explorada y colonizada en el norte de México durante el Virreinato, tratando de hallar las legendarias ciudades de oro Quivira y Cíbola; no tuvieron éxito pero sí encontraron grandes yacimientos de metales preciosos.

En los territorios donde se fundó la antigua provincia de la Nueva Vizcaya habitaban indígenas Tobosos y Cocoyomes desde 1300 a.C.

Durante los inicios de la colonia la región permaneció aislada, tanto por la resistencia de los grupos indígenas como por lo agreste del clima, en la parte oriente de la Nueva Vizcaya, luego de fundar Cuencamé, el sacerdote jesuita Agustín de Espinoza y el capitán Antón de Zapata se trasladaron a Mapimí, o Mapemé como lo llamaban los indígenas Cocoyomes que ahí habitaban, llegando en el mes de julio de 1598, y el día 25 se hizo la fundación formal, al pie del cerro de la Bufa, llamándolo Mineral de Santiago de Mapimí donde se descubrieron minerales valiosos en la Mina "La Ojuela". Esto propició el asentamiento de más españoles, quienes enfrentaron a los indígenas. La inestabilidad que se vivió en esta región impidió el desarrollo armónico de la población, aun cuando la ciudad era muy importante para la Nueva Vizcaya.

Nueva Vizcaya

Esto fue la pauta para la aparición del Camino Real de la Plata (también llamado Camino Real de Tierra Adentro y Camino Real a Santa Fe), una ruta comercial de 2560 kilómetros que unía a la capital del Reino de México, la ciudad de México, con la capital del Reino de Nuevo México, Santa Fe.

Camino Real de Tierra Adentro

Mucho antes de la llegada de los españoles, los pueblos originarios de Aridoamérica ya tenían establecida una red de comercio que después se convertiría en el Camino Real de Tierra Adentro.

Aridoamérica

En aquellos años el comercio conectaba a los pueblos del valle de México con los del norte a través del intercambio de productos como la turquesa, la obsidiana, la sal y las plumas, de tal forma que para el año 1000 aproximadamente, el comercio se extendió desde Mesoamérica hasta las Montañas Rocosas.

Montañas Rocosas

Una vez sometida la gran Tenochtitlan, los conquistadores iniciaron una serie de expediciones con el propósito de expandir sus dominios y obtener mayores riquezas para la Corona española, siguiendo los senderos que usaban los pueblos originarios de Aridoamérica para su intercambio comercial entre el norte y el sur.

Camino Real de Tierra Adentro

Por este camino pasaban las recuas de mulas con la plata que le correspondía al Rey de España, denominado el "quinto real". Las caravanas, en un principio mensuales, solían estar acompañadas por soldados debido a las amenazas que por mucho tiempo presentaron los pueblos originarios de Aridoamérica. Las caravanas llevaban a la Ciudad de México la plata extraída de los Reales de Minas.

En 1821, en EE. UU. fue inaugurado el denominado "Camino de Santa Fe" (Santa Fe Trail), que también seguía las rutas antiguas establecidas por los pueblos originarios de EE. UU. y además usaba las rutas fronterizas tanto españolas, como mexicanas y estadounidenses.

Santa Fe Trail

A todo lo largo del Camino Real, el Camino de Santa Fe era la parte de la red comercial que unía Europa, Nueva York y St. Louis con Santa Fe, y de ahí por el Camino Real de Tierra Adentro hasta la Ciudad de México. Para las caravanas bien organizadas y armadas, el viaje resultaba más tedioso que peligroso.

Camino Real de Tierra Adentro

Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón

Sobre los Conquistadores de la Nueva España, Francisco de Asís de Icaza y Beña (1863 – 1925) nos recuerda que
"No fue la conquista de América obra de la Corona de España, a la manera que algunos se imaginan, sino empresa de particulares reconocida y refrendada por los reyes en virtud de capitulaciones establecidas sobre hechos consumados. Los descubrimientos y conquistas se hacían sin permiso previo del monarca, nada costaban al Tesoro; por el contrario, mucho podían producirle, y le produjeron. Los conquistadores arriesgaban en la empresa cuanto poseían: los ricos, su hacienda; los de mediano pasar: la mezquina cantidad conseguida a préstamo para compra de armas; y los plenamente aventureros y miserables, sólo la vida, que todos ponían por igual en la demanda, y que, valiendo tanto, parecía ser para ellos lo de menos valor. Cuando fracasaban las expediciones, nadie en la Corte tenía noticia de la aventura. Pero si las redimía consagrándolas de afortunadas o gloriosas un éxito feliz, y el jefe de los expedicionarios lograba imponer su autoridad hasta darlas término, tras de la partición del botín, y apartado el quinto de Su Majestad, procedíase igualmente al reparto de tierras y de indios en servidumbre para explotarlas, a título de encomiendas, en nombre del rey y a reserva de recabar esa atribución, usurpada por lo pronto."
Nuestro ancestro, el Conquistador Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón tuvo éxito en sus expediciones, por eso él y sus hijos quedaron registrados en la Historia como destacados en la colonización y población del Nuevo Reino de León.

El Capitán Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón (1552 – 1634) fue un hacendado y militar destacado de la Nueva España que colonizó y pobló tanto el Nuevo Reino de Vizcaya como el Nuevo Reino de León. Fue el primer miembro de esta casa en la Nueva España.

Fue hijo del Conquistador Marcos Alonso de Sosa y Estrada (1524 – 1610) y de Constanza de la Garza y de Arcón (1528 – 1614). Nació en Andalucía (Lepe), en ~1552. La familia de su madre descendía del linaje de los Garza de Vizcaya, que poseían el título y privilegios de Señores de Tor y de la Torre de Castillón. El Capitán Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón llegó a la Nueva España en servicio a la Corona de España como militar de dicho ejército.

En servicio al Rey, fue enviado a Zacatecas y a Durango, a supervisar algunas de las más grandes minas de plata y de oro de la Nueva España.

En 1585 contrajo matrimonio con Juana de Treviño y Quintanilla (1556 – 1610), proveniente de una de las familias más ilustres de la Nueva España: su abuelo, Don Diego Ruiz de Temiño y de Velasco (1474 – 1530) era sobrino del Duque de Frías, Don Bernardino Fernández de Velasco (1454 – 1512) y perteneciente a la ilustre Casa de Velasco, de los Condestables de Castilla. Más aún, uno de los 20 cabeza de familia que en 1542 liderados por Nuño Beltrán de Guzmán (1490 – 1558) se asentaron de facto en el Valle de Atemajac, donde fundaron definitivamente la ciudad de Guadalajara, en lo que se llamó "la húltima paçificaçión de la Nueua Galizia": Francisco Cornejo Maldonado (1522 – 1559), contrajo matrimonio con Francisca de Temiño de Velasco Alcocer (1525 – 1589), tía de Juana de Treviño y Quintanilla.

Francisco Cornejo Maldonado

Nueva Galicia

El matrimonio fincó residencia en el Real minero de Mapimí. Posteriormente, en 1596 toda la familia viaja al Nuevo Reino de León para fundar, junto a Diego de Montemayor, la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.

Don Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón y doña Juana de Treviño y Quintanilla tuvieron seis hijos, de los cuales descienden muchas de las familias más ilustres de la Nueva España, las que compondrán la pequeñísima aristocracia del norte de la Nueva España.

Tanto Antonio González Saldaña como María Agustina Ramírez Gallegos, son descendientes directos de ellos: Antonio, de su hijo Pedro de la Garza Falcón Treviño (1589 – 1639); y María Agustina, de su hijo Francisco de la Garza Falcón Treviño (1593 – 1684). Trescientos años después, Antonio y María Agustina se casaron en Vallecillo, N.L.

Somos descendientes directos de Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón, y de Juana de Treviño y Quintanilla




NUESTRA FAMILIA

Por la parte paterna de la familia González Ramírez: José Antonio González Garza y Guadalupe Saldaña Gallegos tuvieron 9 hijos: Policarpo, Atilano, Catarino, María Patrocinia, Gabriel, Isidro, Antonio, Serafín y María Macrina; y por la parte materna: José Nicolás Ramírez Guzmán y María Inés Gallegos Elizondo tuvieron 6 hijos: José Mateo, María Sergia, Mateo Ramírez, María Advercina, María Agustina y José Nicolás.

Antonio González Saldaña nació en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México, el 13 de julio de 1864. Sus padres emigran de San Nicolás de los Garza a la localidad de San Carlos, en la villa de
Vallecillo, Nuevo León, México, ese mismo mes en busca de la riqueza que prometía la explotación de las minas de plata y plomo, ya en las postrimerías del siglo minero. El 31 de julio de 1864 Antonio González Saldaña fue bautizado por el Presbítero Melitón Polanco en la Parroquia de Vallecillo, pero no fue sino hasta el 06 de julio de 1891 que fue registrado ante el Juez del Estado Civil de Vallecillo, porque su registro era necesario para poder contraer matrimonio, lo cual sucedió el año siguiente.

Aquí en
Vallecillo, Antonio González Saldaña contrajo matrimonio con María Agustina Ramírez Gallegos el 20 de mayo de 1892, y aquí también procrearon a sus 8 hijos: Antonio José González Ramírez, Avelino González Ramírez, Isidro González Ramírez, Leopoldo González Ramírez, Ausencio González Ramírez, Rodolfo González Ramírez, Reginalda González Ramírez y Patrocinia González Ramírez.

Todos sus descendientes ¡somos de Vallecillo!

Todos sus descendientes ¡somos de
Vallecillo!

Árbol Genealógico de la Familia González Saldaña – Ramírez Gallegos  


Alex Haley, el famoso autor del libro «Raíces», dijo: En todos nosotros existe una profunda hambre por conocer nuestro linaje, por saber quiénes somos y de dónde venimos. Sin ese conocimiento ennoblecedor, sentimos nostalgia y, no obstante lo que logremos en la vida, existen en nosotros un vacío y una inquietante soledad.

Por medio de la historia familiar descubrimos el árbol más hermoso de la creación: nuestro árbol genealógico. Sus numerosas raíces se remontan a la historia y sus ramas se extienden a través de la eternidad. La historia familiar es la expresión extensiva del amor [...] y provee la oportunidad de asegurarse para siempre una unidad familiar.

En las antiguas culturas [...] la familia era algo más que una unidad formada por padres e hijos: incluía a todos los que tuvieran parentesco de sangre o por matrimonio. Esos parientes estaban fuertemente ligados por el afecto [...] y entre ellos se veneraba a los ancianos por su experiencia y sabiduría. Hallaban fortaleza y seguridad en el hecho de ser una familia numerosa y, mediante el amor y el apoyo, establecían la solidaridad y la continuidad.

Muchas de las condiciones sociales y económicas del mundo de hoy unen sus fuerzas en contra de ese tipo de familia.

Sin embargo, la familia sigue siendo la institución más fuerte e importante de la sociedad.

– J. R. Clarke


Te invito a que conozcas el linaje ancestral de Don Antonio González Saldaña y Doña María Agustina Ramírez Gallegos, que hicieron sus vidas en el Mineral de San Carlos de Vallecillo, Nuevo León, México, hace ya más de 150 años.

Libro: El Linaje Ancestral de Antonio González Saldaña y Agustina Ramírez Gallegos

FUENTES, CRÉDITOS, REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA

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