Última actualización: 04 de octubre de 2024.
El gobernador Ussel y Guimbarda intensificó y mejoró el trabajo minero en la región; al cual se le dio todo tipo de facilidades para su óptima explotación, resguardo y seguridad; pronto el nombre del mineral y su bonanza fueron noticia en el Nuevo Reino y en la Nueva España. Su auge fue comparado al de San Antonio de la Iguana (a 40 kilómetros al sureste de Lampazos), que al igual que este, atrajo a mucha gente, llevando trabajadores de San Luis Potosí, Durango y Zacatecas.
Familia González Ramírez de Vallecillo, Nuevo León, México.
Última actualización de la descendencia: 04 de octubre de 2024.
Revisen su rama familiar y si hay errores, omisiones o adiciones, por favor, háganlas llegar a Chencho.Gonzalez@gmail.com.
Un breve relato de Vallecillo, N. L.
¿Cuál es nuestro origen?
Vallecillo se encuentra en México, en la parte norte del estado de Nuevo León, teniendo como coordenadas 26º 39' 34.822'' latitud norte (N) y 99º 59' 22.486'' longitud oeste (W) a una altura de 272 metros sobre el nivel del mar. Limita al norte con Lampazos de Naranjo y Anáhuac; al sur con Sabinas Hidalgo y Agualeguas; al este con Parás, y al oeste con Lampazos y Sabinas Hidalgo. Su extensión es de 1,859.90 kilómetros cuadrados. Vallecillo está a una distancia de 121.5 km desde el centro de Monterrey, N. L., por la Carretera Nacional 85 y el tiempo de la ruta de viaje es de aproximadamente 1 hora 30 minutos.
Para el inicio del periodo cuaternario (era Cenozoica), hace unos 2.6 millones de años –allá cuando apareció el Homo sapiens sobre la Tierra y hubo un gran predominio de los mamíferos, una gran expansión del ser humano, y la presencia de una flora y una fauna muy parecida a la actual– el territorio que conforma Nuevo León ya estaba formado tal como lo conocemos, excepto por su clima, que era frío a causa de las glaciaciones.
Desde entonces ya existían las tres provincias fisiográficas (también conocidas como regiones geomorfológicas) del estado que hoy conocemos como llanura Costera del Golfo Norte, la Sierra Madre Oriental y la Gran Llanura Norteamericana:
1. Provincia de la Llanura Costera del Golfo Norte
1.1. Subprovincia de las Llanuras y Lomeríos, 15.1% de la superficia estatal.
2. Provincia de la Sierra Madre Oriental
2.1. Subprovincia de las Sierras y llanuras Coahuilenses, 13.6%
2.2. Subprovincia de los Pliegues Saltillo-Parras, 4.5%
2.3. Subprovincia de las Sierras Transversales, 0.5%
2.4. Subprovincia de la Gran Sierra Plegada, 16.2%
2.5. Subprovincia de las Sierras y Llanuras Occidentales, 15.1%
3. Provincia de la Gran Llanura de Norteamérica
3.1. Subprovincia de las Llanuras de Coahuila y Nuevo León, 35.1%
La subprovincia de las llanuras de Coahuila y Nuevo León que se ubica al norte, noreste y este del estado, es una de las llanuras más amplias y se extiende desde Anáhuac, Nuevo León, hasta nueva Rosita, Coahuila. Esta subprovincia se conforma de cerros, serranías, lomeríos y mesas que pueden alcanzar altitudes hasta de 2,600 metros sobre el nivel del mar. La orientación de estas formaciones es noroeste-sureste, entre las que se encuentran las Mesillas, Mesa de Catujanos, Sierra de Lampazos, Sierra de la Iguana, Lomas de Vallecillo, Sierra del Carrizal, Cerro Boludo, Sierra Morena, Sierra de Santa Clara, Sierra de Milpillas, Sierra de Picachos y Sierra de Papagayos. Esta gran llanura comprende los municipios de Anáhuac, Lampazos, Sabinas Hidalgo, Vallecillo, Parás, Agualeguas, Cerralvo, General Treviño, Ocampo, Los Aldamas, Los Herreras, General Bravo, Doctor Coss, China, norte de Los Ramones y oriente de General Terán. Predominan en ella los suelos claros (por regla general, aunque con excepciones, los suelos oscuros son más fértiles que los claros). Los climas semiseco y muy seco están por casi todo el estado; sobresalen Anáhuac y Vallecillo, al norte, por su clima seco muy cálido. El tipo de vegetación existente en Vallecillo es matorral espinoso y mezquital.
Se destaca la escasa población en el noreste del estado, principalmente en los municipios de Vallecillo, Parás, General Treviño, Los Aldamas, Doctor Coss y Melchor Ocampo, incluso en Higueras (al centro del estado). Desde 1880 la participación relativa de la población de Vallecillo respecto a la población total del estado de Nuevo León ha ido en descenso; y desde 1940 la tendencia de la población absoluta es decreciente.
Vallecillo en La Historia
DE LA COLONIA A LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
Por un espejismo que padeció Europa durante mucho tiempo, los metales preciosos fueron considerados como raíces fundamentales de la riqueza. Si no los hubiese poseído en abundancia, el descubrimiento del Nuevo Mundo no hubiera entusiasmado tanto a los pueblos del Viejo Continente. Tras los metales preciosos vinieron los españoles a México y en su obtención puso luego la Colonia sus mayores esperanzas, las cuales fueron colmadas por la extraordinaria riqueza de sus minas argentíferas. Se logró la opulencia, pero supeditada a la corrupción. Las consecuencias de ello han sido padecidas por el país durante largo tiempo.
Consumada la conquista, los españoles concentraron sus esfuerzos en la extracción del oro. Utilizando esclavos e indios de encomienda, como mano de obra, explotaron los placeres auríferos conocidos por los naturales. No parece que hayan sido muy abundantes los frutos de esta primera cosecha, pero gracias a ella dispusieron de un medio de cambio que les permitió iniciar tratos mercantiles con la Metrópoli y adquirir ganados, semillas y aperos de labranza para el aprovechamiento de la tierra. Montada en esa riqueza comenzó a marchar la economía neohispana, pues el oro atrajo a quienes lo buscaban indirectamente, es decir, a los comerciantes, los agricultores y los artesanos. El período áureo duró hasta los años iniciales de la cuarta década del siglo XVI, cuando comenzaron a beneficiarse las primeras minas de plata descubiertas en Taxco, que ya en 1532 daban buenos rendimientos. Pequeños hallazgos posteriores en diversas regiones de la Nueva España incrementaron la producción argentífera, hasta que al norte, principalmente Zacatecas, reveló sus inmensas posibilidades.
Desde que fueron descubiertas estas minas comenzó la gran aventura de la plata. Los fabulosos relatos, en parte confirmados por la realidad, echaron abajo el dique de la sensatez. La "fiebre de la plata" surgió, y ya no la extinguiría nada ni nadie; en grado más o menos alto, según lo cercano o distante que se estuviera del sitio de un descubrimiento sensacional, la padecería la Colonia hasta sus últimos días.
La minería colonial estuvo plenamente cuajada al terminar el siglo XVI. Se caracterizó por la dispersión de sus focos. Los principales se hallaron en las provincias norteñas, incrustados en sierras frías y formando constelaciones de diversa extensión. Aplicado a la mayoría de los minerales, para entonces estaba muy extendido el sistema de la "amalgamación" en frío que en el beneficio de la plata daba mayor rendimiento que el sistema de fundición.
Aunque grande, la producción de plata no adquirió perfiles fabulosos sino hasta el siglo XVIII. Su ascenso, entonces, fue verdaderamente enorme y constituyó la causa fundamental de la opulencia alcanzada por la Colonia en sus postrimerías. El extraordinario aumento de esa producción lo muestra la estadística del oro y la plata que se labraba anualmente en la Casa de Moneda (la cantidad de oro era insignificante comparada con la de la plata): en el año de 1700 sólo era de tres millones trescientos mil pesos; en el de 1750 llegaba ya a trece millones setecientos mil, y en el de 1804 ascendía nada menos que a veintisiete millones. Tanto subió la producción argentífera mexicana que en las postrimerías del siglo XVIII era algo mayor que la de todo el resto de América (veintitrés millones contra veinte) y casi igualaba a la del resto del mundo, incluyendo a los países del Nuevo Continente (veintitrés millones contra veinticinco).
Junto con la Villa, la Provincia, la Misión y el Presidio, existió otra importante institución española llamada Real de Minas, que era esencialmente un distrito minero en donde las autoridades, además de ejercer las funciones de gobierno, judiciales, fiscales y militares, debían aplicar las medidas conducentes al incremento de la producción de metales.
Las autoridades del Real de Minas podían adjudicar a cualquier vecino la propiedad de un terreno en el que hubiera descubierto una veta de metal, pero no debía permitir el acaparamiento de minas. El denunciante conservaba la propiedad sólo si la trabajaba, porque de interrumpir el laboreo por más de cuatro meses la mina quedaba vacante y podía ser denunciada por otra persona. En la legislación española se establecía que el subsuelo y sus riquezas eran propiedad del rey, quien cedía el usufructo de las minas a cambio de la quinta parte del metal producido. Y era obligación de las autoridades vigilar que estuvieran activas y que se llevaran la plata a quintar, es decir, a pagar el impuesto del quinto real a alguna población donde hubiera una Real Caja.
La minería produjo incalculables beneficios a la Colonia, a la Metrópoli y a Europa. Los vestigios de lo que reportó a la Colonia están aún a la vista: la infinidad de lujosos palacios y espléndidos templos, los primorosos muebles traídos de Europa y de China, y tantas otras manifestaciones de prosperidad como las enormes haciendas ganaderas y agrícolas. Sin embargo, este halagüeño cuadro sólo muestra el lado bueno de la medalla, el cuerno de la abundancia, y recata el lado malo, las lacras que la minería produjo. El aventurismo y la especulación de la peor. En la minería casi todo estaba sujeto al factor suerte y constituia un verdadero azar. La perdición física y moral de los obreros fue otra, quizá la peor, de esas lacras; la minería los agotaba pronto y los dejaba desamparados, cuando tullidos o enfermos no podían ya trabajar, y en los reales mineros anidaba el vicio más rastrero y se refugiaban los maleantes de toda laya. Los dos aspectos de la abundancia de la plata, el bueno y el malo, quedan así colocados uno al lado del otro para su confrontación.
El bueno dejó una espléndida huella material y cultural; el malo, una desgraciada huella espiritual y moral: el aventurismo y la corrupción, que tararon muy a fondo a la Colonia. Para España y para Europa hubo también consecuencias beneficiosas y perjudiciales de la avalancha de metales preciosos procedentes de México y de otros países de América. Por un lado, esos metales estimularon considerablemente la industria y el comercio y, a causa de ello, aceleraron el progreso económico y material de muchos países y su paso a la etapa del capitalismo llamado industrial. Por el otro lado, produjeron alzas de precios que hicieron descender el nivel de vida de las clases más débiles. En España este efecto de la abundancia de metales preciosos se hizo sentir con más fuerza, pues allí la carestía de la vida alcanzó desorbitados límites, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVI.
La vida de los trabajadores en los centros mineros era muy distinta de la de los peones en la hacienda o de la de los trabajadores urbanos del obraje. Los de las minas conservaron siempre su libertad de movimiento. Muchos eran indígenas que habían abandonado sus poblados de origen y al vivir en los centros mineros evadían las cargas fiscales que pesaban sobre la población indígena. En las minas se pagaban generalmente salarios altos; además, por el sistema llamado de "buscones", el obrero podía llegar a tener una categoría de copartícipe en la explotación de una veta y recibir un pago proporcional a la cantidad de metal que hubiera extraído. Por esas circunstancias, los centros mineros atraían a una gran cantidad de trabajadores. Acudían a ellos de las más lejanas regionés del país con la categoría de permanentes o temporales. Sin embargo, las labores en las minas eran siempre azarosas, pues las caracterizaba la incertidumbre por la "bonanza". Esa inestabilidad fomentaba que en ese mundo minero floreciera la especulación y la estafa.
Es en esa época que la región donde actualmente se encuentra Vallecillo atrae a innumerables entusiasmados con la idea de hacerse ricos. Hoy sabemos que algunos de nuestros ancestros llegaron a Vallecillo, muy probablemente por esos años, atraídos por esta "fiebre de la plata".
En las lomas de Vallecillo en 1766, se descubrió plomo con plata de buena ley, específicamente en las tierras de Don Salvador Lozano, vecino de Monterrey; primero apareció una veta metalífera, la cual se registró y procedió a constatar ley y firmeza para tener una idea clara de la trascendencia del descubrimiento y valía del metal. Posteriormente siguieron las exploraciones y aparecieron vetas por todas partes, trabajándose en terreno plano y con algunos pozos a flor de tierra, inundados por las corrientes subterráneas a poca profundidad, lo que dificultaba el trabajo de extracción.
Lo que por muchos años había sido simplemente un rancho a medio desarrollo, aislado y azotado por la hostilidad del medio circundante, donde la miseria reinaba y los habitantes sufrían constantemente ataques de los bárbaros, cambió con el descubrimiento de las vetas a este importante fundo minero, que complementó la riqueza existente en el Nuevo Reino de León y en la Nueva España, la que trajo bonanza a la economía del lugar, se aumentó el resguardo militar y se abrieron vías de fácil acceso para comunicar el mineral.
Vallecillo, ordenó al Alcalde Mayor y Capitán de Real de Sabinas haga que los descubrimientos de dicho mineral y demás gente que sirve al laborío de las minas, se contengan para su habitación dentro de los límites del mineral a distancia, quedando más de una legua, hasta tanto quede cimentada la ley de los metales y firmeza de las vetas que los producen.Don Ignacio Ussel y Guimbarda, Capitán de la Real Armada de Su Majestad, Teniente Coronel y Capitán del Nuevo Reyno de León.
Habiendo llegado a mí la noticia del descubrimiento de un nuevo mineral en una sierrilla que está en tierras del señor Don Salvador Lozano de esta ciudad y, que de su pueble puede resultar según me ha representado, algún perjuicio de sus haciendas especialmente al Rancho del
Vallecillo se descubrió el año del 66, una veta considerable muy plomosa; con solo la ley de cuatro onzas, pero su mucha saca y dócil beneficio les prometía utilidad, se abrieron sobre ella catorce bocas y cinco tiros para desagüe, pero las abandonaron por los vapores del gas, ácido carbónico que mataba la gente; en el año de 1799 denunció una compañía las catorce minas, posesionándose de mil quinientas varas al hilo de veta, y ninguna pasa su profundidad de ciento veinte varas que indican su mérito; desaguadas las minas por esta compañía, las encontraron derrocadas, porque los antiguos las derrocaron antes de desampararlas. Se vieron precisados a dar nuevo tiro y boca en tierra virgen, lograron descubrir la veta a las setenta y dos varas en tres cuartas de metal de catorce onzas, tan abundante que cayó piedra de veinte arrobas, pero luego se soltó el vapor y no pudo continuarse su laborío hasta cortar dicha veta y romper las fronteras; se pusieron varios hornos y máquinas, no surtieron el efecto deseado, por lo que están paradas, solicitando su dueño conseguirlo por medio de las bombas de fuego; estos metales son muy dóciles; por el método del fuego que en este país le llaman galemes. Cuentan los dueños con seis pesos libres en carga conforme sale de la mina, y como la extracción es abundante, se considera de importancia su laborío.En el
Vallecillo, Sabinas Hidalgo, Villaldama y García. En esta batalla, los relatos indican que las mujeres se arrojaban a los barrancos con todo y sus hijos para no ser capturadas por los criollos o españoles.Se dice que por estos lados no hubo enfrentamientos insurgentes, una cosa errónea porque tenemos registros de alzamientos y violencia de los que buscaban su independencia. Eran enfrentamientos sanguinarios, a los capitanes realistas se les pagaba por cada oreja o cabellera que presentaran. Fueros masacres completas que, con los años, terminarían por exterminarlos por completo.
La noción de que el movimiento insurgente pasó desapercibido en Nuevo León es errónea. Esta visión fue posicionada por los primeros estudios elaborados por historiadores locales, quienes hicieron omisión del levantamiento indígena. Al igual que en los distintos levantamientos en el sur del país, la población indígena del Nuevo Reino del León aprovechó las corrientes de alzamiento contra la corona española y se sumó a la causa independentista de 1810. Si bien por la entidad no desfilaron los principales protagonistas como Miguel Hidalgo o José María Morelos, la visita de General Mariano Jiménez a Monterrey en enero de 1811 despertó la inquietud de insurgencia por estas tierras, como ya se relató. Los indígenas pertenecientes a las tribus de Ayahuas, Garzas, Carrizos, Alazapas, Borrados, Rayados y Tlaxcaltecas se rebelaron de sus amos en grandes haciendas y rancherías por todo el norte de Nuevo León. Aunque en el centro de la ciudad de Monterrey no hubo grandes batallas, sí se registraron sangrientos enfrentamientos en la zona norte del estado.
La época no era nada fácil para los indígenas. El contrabando de materias primas, su alto costo y sus condiciones de semi esclavitud trabajando en rancherías y casonas propiciaban un ambiente de inconformidad. Como ahora, los ricos eran muy pocos y los explotados eran muchos. Los nombres de indios como Doroteo, Irenio o Juan Candelario de la Cruz destacan como líderes de esos levantamientos. Uno de los enfrentamientos más fuertes que se registró en la región fue el de la zona llamada "La Chorreada", ubicada en las cercanías de Bustamante. También hubo enfrentamientos en poblados cercanos a lo que hoy conocemos como
Vallecillo; la nueva Villa de Nuestra Señora de Agualeguas, San Gregorio de Cerralvo, el Valle de Pesquería Chica y la Villa de San Juan Bautista de Cadereyta. También los Valles de San Mateo del Pilón y la Mota, los pueblos de la Purísima Concepción y Nuestra Señora de Purificación, la Villa de San Felipe de Linares y el pueblo de San Cristóbal de los Hualahuises. Fue mediante el nombramiento de un comisionado, pues reclamaron la atención del gobernador "varias cosas del real servicio", que se realizó la visita de San Pablo de los Labradores, Santa María de Río Blanco y Santiago de Guajuco.La visita comenzó el 10 de febrero en los valles de San Pedro y Santa Catarina y terminó el 17 de mayo de 1775, en Monterrey. Durante tres meses se visitaron los valles de San juan Bautista de Pesquería grande, Nuestra Señora de Guadalupe o de las Salinas, el Real de San Pedro Boca de Leones, el pueblo de San Miguel de Aguayo, la Villa de San juan Bautista de Horcasitas y Punta de Lampazos, los recién descubiertos Reales de San Antonio de la Iguana, Santiago de las Sabinas, San Carlos de
Vallecillo, dista de esta ciudad veinticinco leguas y está situado al norte de ella, en una cañada o isleta, que circunda por sur y oriente el río de Boca de Leones, y la cerca por el rumbo del sur, el cerro que llaman Minas viejas. Ése se visitó el 27 de febrero, y consta su padrón de ochenta y dos familias de españoles, sesenta casados y veintidós solteros, y ciento veintinueve familias de plebeyos, con más de ciento tres mozos sirvientes, en los laboríos y operarios de minas, solteros también, de color quebrado; cuyo vecindario habita en sesenta y tres casas de terrado y noventa y siete jacales; tienen en sus extramuros cuatro haciendas de sacar plata y cuatro dichas de labor, y en el término de su jurisdicción hay ocho ranchos de ganado mayor, caballada, cría de mulada y ganado menor. Del dicho vecindario está formada una compañía de treinta y un hombres, inclusos los oficiales de ella, que se me presentó montada; y habiéndoles pasado revista el 28 de dicho febrero la hallé con el equipaje y armamento necesario. Tienen en este real una iglesia de bóveda, aunque corta muy decente, y ornamentada en parte; está descubierto a cualquiera invasión del bárbaro enemigo por el viento norte, viniendo del vallecillo, hacia el puesto de las Mangas, y por el noreste al campo en que están situados los ranchos de Santa Rosa y el Pantano. Quedaron congregadas en este real veintiún familias de indios amigos de la nación calancheña, sirviendo en las haciendas de labor de los bachilleres Don José Fernando Flores y Don Juan Nepomuceno de Larralde, sujetos a un capitán que les nombré, con instrucciones particulares para su gobierno mejor, y a cargo de los administradores de dichas haciendas, como asimismo nueve familias de la nación bozales agregados a la hacienda de fundición de Don José Benito Gutiérrez, con iguales prevenciones para su arreglo y mejor conservación, a cargo de dicho hacendado.El real de Santiago de las Sabinas, comprendido en la jurisdicción del de
Vallecillo y La Iguana.[...] los reales de minas que al presente están casi despoblados y son Boca de Leones, su agregado Sabinas,
JURA DE LA INDEPENDENCIA DEL IMPERIO MEXICANO EN VALLECILLO
Vallecillo, el Presidente don José Francisco Ramírez y Pérez, con el Ayuntamiento y vecindario, se dió lectura al Plan de don Agustín de Iturbide; y después en la Plaza Pública, ante un altar en el que se puso un Crucifijo y los Santos Evangelios, junto a la puerta principal de la Iglesia, se procedió al Juramento de la Independencia. El cura Br. Don Juan Antonio de Zepeda dijo en alta voz, lo siquiente "Juro por Dios Nuestro Señor defender la Indepedencia con arreglo al Plan que la propone, hasta derramar la última gota de sangre; y si así lo hiciere, Dios me lo premie, y si no, me lo demande." Dirigiéndose al público, agregó: "¿Juráis por Dios Nuestro Señor y por los Santos Evangelios la Independencia de este reino con la España, hasta perder la última gota de sangre, con arreglo a la instrucción del Sr. Jefe 1o. del Ejército Imperial D. Agustín de Iturbide?" A lo que todos contestaron: "Sí, Juramos." Después de la fórmula anterior, se desbordó el júbilo popular, en repique general de campanas, descargas de fusiles y música; también se cantó un Te Deum. Firmaron el acta correspondiente, José Francisco Ramírez y Pérez, Br. Juan Antonio Zepeda, Juan María Ramón Burgos, Manuel Villarreal, Pedro Villarreal, Francisco Lazarte R., José Manuel Mendiola, José María de Castro y José Félix M. Aguilar.A los seis días del mes de julio de 1821, reunidos en la Sala Capitular del Real de
Vallecillo
Pueblo de mágico misterio que como espejismo se levanta al sol. Lugar de piedra y muchos sueños apagados. Rincón viviente donde duermen recuerdos pasados y donde el corazón y nostalgia de su gente se convierte en permanente espera. Municipio de fuerza y fortaleza que se niega a morir y desea perpetuarse, aunque sea en el silencio o en la voz de un recuerdo. Esto es para mí Vallecillo.
Los unos y los otros
En un mundo cambiante, todos tienen cabida dentro de un propio ciclo. Unos estarán más cerca de nosotros; algunos más, estarán alejados, tal vez, de nuestro rumbo. La gente en sí, es diferente; pero también, si usted lo quiere, es igual a los demás. Lo que pudiera parecer un mero juego de palabras, es lo que yo llamaría la vida misma. Unos cambian, otros quedan, otros se van.
En lo que respecta a los municipios, sucede más o menos lo mismo. Existen municipios pobres, existen municipios ricos. Existen ayuntamientos con gran fuerza de la capital, a la vez que hay municipios con un gran deterioro en su economía. Hay lugares de gran población habitacional, mientras que hay otros sitios en que su tasa de crecimiento va hacia la baja.
La vida del municipio es como la fuerza, los brazos y energía de todo un Estado. El municipio es parte importante de todo un cuerpo. Nosotros, habitantes de "X" municipio, somos como bujías que dan la chispa y la vida a dichos conglomerados o comunidades. Algunos de nosotros estaremos bien, muchos estaremos mal. Habrá grandes municipios, así como habrá lugares los cuales estén casi en la miseria.
Viajar por Nuevo León es palpar la realidad en que vivimos. Es saber a dónde vamos, de dónde venimos, por qué existimos o por que morimos. Recorrer nuestro Estado es conocernos, es hacer algo por nosotros. De ahí mi recomendación e insistencia en que conozcamos nuestro Estado. Conocer Nuevo León y nuestros municipios es de gran experiencia, que da fuerza a nuestra vida.
Vallecillo: historia singular
La historia de este lugar es verdaderamente interesante. Su nombre antiguo fue el de Real de San Carlos de Vallecillo, poblado que surgiera de un lomerío donde se encontraron diversas minas con variadas vetas de muy buena plata. Su historia se remonta al año de 1768, fecha en que fuera fundado, para posteriormente, en 1825, convertirse en villa.
Lo singular de su historia radica en que éste es tal vez el único municipio en todo Nuevo León en que su población va disminuyendo en vez de ir creciendo. No hace mucho su número de habitantes llegaba a los 3,000; hoy, en cambio, su población no sobrepasaba ni siquiera los 2,500 pobladores. La razón lógica para muchos; aquí, simplemente no hay recursos.
Situando a Vallecillo
Vallecillo se encuentra a unos 130 kilómetros al noreste de Monterrey, ahí por la carretera No.85, que es la que conduce a Laredo. Contando con una extensión territorial 1,009 kilómetros cuadrados, Vallecillo es un municipio cuyos parajes lo forman páramos y desiertos adornados con unos cuantos chaparrales, al igual que las aguantadoras y fieles palmas.
Así, con este panorama semidesértico y esas llanuras que dan cuenta al sol se halla Vallecillo, nombre en diminutivo que da una muestra o un reflejo de gente perdida en el desierto. Un municipio de espejismos, de piedra, agua y sol. Un lugar limitado por los municipios de Anáhuac, al norte; Paras; al oriente; Agualeguas, al sur; y Sabinas Hidalgo, al poniente.
Llegando a Vallecillo
Vayamos al encuentro de Vallecillo. Un lugar por el que tal vez hayamos pasado sin darnos cuenta. Agarre su automóvil y enfile como si fuera a Nuevo Laredo. Serán unos 110 kilómetros hasta Sabinas y otros 20 más para llegar a Vallecillo; es decir, un total de 130 kilómetros partiendo del centro de Monterrey.
Habrá por supuesto, personas que no tengan la facilidad del carro, pero que deseen ir allá. Para esto habrá que irse en autobús. Primeramente hasta Sabinas Hidalgo (a través de Transportes del Norte, Transportes Frontera o Transporte Zuazua). Y luego continuar o cambiar ahí de línea. No hay autobuses directos de Monterrey a Vallecillo. Hay que cambiar en Sabinas; y, los camiones que hay que tomar son los Frontera (color rojo).
¿Economía o sobrevivencia?
Todo Pueblo tiene su sustento y forma de vida. Aquí, en Vallecillo una de las principales actividades es la industria de la piedra bola. Esto tal vez no se vea en el camino. Recordemos que Vallecillo es ese pequeño pueblito que se encuentra a unos 15 o 20 minutos pasando Sabinas Hidalgo. La "pica de la piedra" como dicen los habitantes de este lugar lo único que deja. La ganadería, por otra parte, al igual que la agricultura, son cosas que poco dejan y a nada conducen, según ellos.
A pesar de los pesares
No obstante, y a pesar de la malograda economía de este municipio, aun se dejan ver por este lugar sitios en los que se cultiva el sorgo, el maíz y el trigo. En cuanto a ganado, en realidad, a nivel de campesino, existe poco, y lo único de lo poco que se aprecia es ganado bovino, porcino, caprino y caballar. También pudiera hablarse de la pesca, casi siempre a manera de deporte. Nombres de presas son la del Papalote, San Felipe y Santa Cruz.
Vallecillo es también un lugar de veraneo y de descanso. Buenos ranchos y haciendas existen en las inmediaciones. Los ranchos de gente acomodada son bastantes. Hay servicio de energía eléctrica, papalotes, agua, servicio telefónico por medio de radio. Por otra parte, la realidad, a mi modo de ver las cosas, es que Vallecillo es un pueblo olvidado por el que se pudiera hacer mucho. Con algo de infraestructura y apoyo la gente pudiera salir del letargo en el que vive y hacer de su municipio un mejor lugar para vivir.
Conviviendo en Vallecillo
Venga a Vallecillo y disfrute de un cómodo día, paseando por esos rincones de nostálgico pasado. Recorra esas calles que recuerdan toda una vida. Calles, que traen a la memoria los famosos "Reales de Mina", nombre con el que se conocía o denominaba a aquellos asentamientos humanos que se produjeron a causa del hallazgo de minas de plata, durante la época de la colonia. Verdaderas casas de gran belleza natural. Limpio sillar portando esas enormes vigas que dan asiento al techo de las casas. Hogares de vida cristalina que le hablaran sobre la verdadera historia de este pueblo.
Venga y conozca Vallecillo. Encontrará que es un pueblo encantador. Rompa el silencio de sus calles. Haga como los niños que se divierten con el simple hecho de ir pateando una piedra o una lata. Respire ese aire de pueblo apartado como sobreviviendo a un reto y futuro desconocido. Recorra cada rincón y cada sitio. Encuentre la verdad que en otras partes no hallara.
La gente en Vallecillo
Trate de hablar con la gente. Se animará al saber muchas cosas desconocidas por nosotros. Vallecillo es también un pueblo de leyenda. Historias que figuran en revistas extranjeras. Platillos voladores que se dicen se han visto en este lugar. Personas, artistas, arquitectos y fotógrafos que vienen a conocer un pueblo como aquel mencionado en uno de los primeros programas de televisión en los Estados Unidos: Thompson, Arizona: "el pueblo que se negó a morir". Así es Vallecillo.
Llegue a este pueblo fuera de serie. Aquí lo más importante es entrar en contacto con la soledad o quietud reinante. Por otra parte, si usted gusta de lo antiguo, y se interesa por las primeras formas de arquitecturas y buenas construcciones, venga a Vallecillo. Aquí sí que encontrará construcciones de buena calidad, aunque tal vez no con la elegancia a la que uno pudiera estar acostumbrado. Aspectos interesantes que incluso han aparecido en revistas especializadas de alta calidad, reconocimiento y prestigio.
Aspectos, lugares y encuentros
Vallecillo es un lugar digno de un estudio de este tipo. Su arquitectura y urbanismo colonial es de especial interés, por ejemplo esas casas con sus fachadas al ras de la banqueta, casas alineadas sin interrupción, todas ellas con un toque muy singular para ser tomado en cuenta.
Típicamente, Vallecillo sigue el trazo de una retícula en forma de damero; es decir como de un tablero de ajedrez. Cuadras y casas que se van yuxtaponiendo como si quisieran cobrar vida y moverse a través del propio tablero. Gente: peones, alfiles, torres, caballos, reyes y reinas que se ven en forma tal vez desconocida, moviéndose de un lado a otro. Vidas que van, vidas que vienen. Aires que se sienten, soplos que se esfuman.
Conozca Vallecillo, sus casas, su pequeña presidencia Municipal. Encuentre su iglesia muy cercana a la plaza. Haga amistad o plática con la gente que encuentre en las calles. Descanse sentándose en alguna de las bancas o barditas de esa minúscula plaza que se encuentra en la orilla de la carretera. Diviértase con los juegos. Ría con los niños. Encuentre aquello que más busca y está siempre cerca de usted: la sombra y su felicidad.
El regreso a casa
Añada una medalla más a su carrera. Disfrute de lo que a usted más le agrada. Levante el vuelo mirando a esos bellos recuerdos de viejas casonas hechas de sillar y vigas. Vislumbre el caer de la tarde diciendo adiós a esos papalotes con sus aspas giradoras. Vea esas nostálgicas palmeras haciendo reverencia ante su partida. Conserve todo esto en su recuerdo. Yo sé que muy pronto volverá a pasar por Vallecillo.
"No fue la conquista de América obra de la Corona de España, a la manera que algunos se imaginan, sino empresa de particulares reconocida y refrendada por los reyes en virtud de capitulaciones establecidas sobre hechos consumados. Los descubrimientos y conquistas se hacían sin permiso previo del monarca, nada costaban al Tesoro; por el contrario, mucho podían producirle, y le produjeron. Los conquistadores arriesgaban en la empresa cuanto poseían: los ricos, su hacienda; los de mediano pasar: la mezquina cantidad conseguida a préstamo para compra de armas; y los plenamente aventureros y miserables, sólo la vida, que todos ponían por igual en la demanda, y que, valiendo tanto, parecía ser para ellos lo de menos valor. Cuando fracasaban las expediciones, nadie en la Corte tenía noticia de la aventura. Pero si las redimía consagrándolas de afortunadas o gloriosas un éxito feliz, y el jefe de los expedicionarios lograba imponer su autoridad hasta darlas término, tras de la partición del botín, y apartado el quinto de Su Majestad, procedíase igualmente al reparto de tierras y de indios en servidumbre para explotarlas, a título de encomiendas, en nombre del rey y a reserva de recabar esa atribución, usurpada por lo pronto."Nuestro ancestro, el Conquistador Marcos Alonzo de la Garza y de Arcón tuvo éxito en sus expediciones, por eso él y sus hijos quedaron registrados en la Historia como destacados en la colonización y población del Nuevo Reino de León.
Alex Haley, el famoso autor del libro «Raíces», dijo:En todos nosotros existe una profunda hambre por conocer nuestro linaje, por saber quiénes somos y de dónde venimos. Sin ese conocimiento ennoblecedor, sentimos nostalgia y, no obstante lo que logremos en la vida, existen en nosotros un vacío y una inquietante soledad.
Por medio de la historia familiar descubrimos el árbol más hermoso de la creación: nuestro árbol genealógico. Sus numerosas raíces se remontan a la historia y sus ramas se extienden a través de la eternidad. La historia familiar es la expresión extensiva del amor [...] y provee la oportunidad de asegurarse para siempre una unidad familiar.
En las antiguas culturas [...] la familia era algo más que una unidad formada por padres e hijos: incluía a todos los que tuvieran parentesco de sangre o por matrimonio. Esos parientes estaban fuertemente ligados por el afecto [...] y entre ellos se veneraba a los ancianos por su experiencia y sabiduría. Hallaban fortaleza y seguridad en el hecho de ser una familia numerosa y, mediante el amor y el apoyo, establecían la solidaridad y la continuidad.
Muchas de las condiciones sociales y económicas del mundo de hoy unen sus fuerzas en contra de ese tipo de familia.
Sin embargo, la familia sigue siendo la institución más fuerte e importante de la sociedad.
– J. R. Clarke